04/08/10 “24” Terminó la controvertida serie sobre los días difíciles del agente antiterrorista Jack Bauer (Kiefer Sutherland).
Jack Bauer mira al cielo, pide por su familia, se despide y huye. Una vez más, el antihéroe ha quedado con vida, pero con una vida incierta. No se sabe cuánto durará, ni en qué condiciones, ni con qué identidad. Tal como sus fans esperaban, 24 dejó un final abierto, digno de mil y una especulaciones. Y -como tampoco podía ser de otra manera- las conversaciones de este agente antiterrorista encarnado por Kiefer Sutherland durante ocho temporadas, no se dirigen a seres etéreos, sino al satélite espía del gobierno de los Estados Unidos, redirigido para salvar a Bauer en el último segundo posible.
El cuento de estas últimas 24 horas (Fox, lunes a las 23) fue tan enredado y lleno de conspiraciones como los anteriores. Todo empezó con el presidente de una república islámica a punto de firmar un acuerdo de paz con sus pares de los Estados Unidos y de Rusia. Y Bauer, retirado desde hace un par de años y dedicándose a ejercer el abuelazgo. Hasta que alguien va a buscarlo hablándole de un atentado que hará estallar a las Naciones Unidas, a medio Nueva York y, claro, a esa precaria paz. “Mañana estaré por tu casa”, le dice Bauer a su hija, para consolarla. Para los espectadores, a partir de entonces todo podía pasar. Y pasó.
Hubo helicópteros destruidos por misiles, y mafiosos rusos que trabajaban con terroristas árabes: los radicalizados opositores al presidente Hassan (Anil Kapoor), que al promediar la temporada amenazaron con detonar una bomba nuclear. En el medio, hubo una historia de amor y traiciones entre dos empleados nuevos de la Central Antiterrorista (la famosa CTU) que desconcertó por lo inútil y “traída de los pelos”, pero empezó a cobrar sentido cuando se develó que Dana Walsh (Katee Sackhoff) era nada menos que un “topo” de los rusos.
La conspiración rusa era de alto vuelo: eliminar a Hassan culpando a la oposición interna, para no firmar la paz ni negarse a ello. El plan hubiera cerrado perfecto, salvo porque se les pasó un “pequeño detalle” cuando asesinaron a la ex agente del FBI Renée Walker.
Walker (Annie Wersching) era el último amor de Jack. Pudo haber sido “el reposo del guerrero”. Después de perder a su esposa en la primera temporada, y a un par de mujeres más en el arduo camino del agente, ésta parecía entender hasta el último de sus remordimientos. Cosa bien importante, si se piensa en lo difícil que debe ser dormir la siesta para un hombre llevado a juicio (al inicio de la séptima temporada) por sus métodos “poco convencionales” y nada legales de lograr las confesiones de sus prisioneros. El rey del “alguien debía hacerlo” había dado con la horma de su zapato. Pero no.
Trabajando por cuenta propia, fuera de todo control, y con la presidenta Taylor (Cherry Jones) encubriendo la conspiración, Jack se dedicó a una venganza que deparó momentos altísimos de la serie, como la escena en que, vestido a lo Robocop, secuestró a un ex presidente corrupto. La intervención de la incondicional Chloe (Mary Lynn Rajskub) le hace desistir de eliminar al presidente ruso. Pero Jack ya está jugado. Es apresado. Sus enemigos lograron que la propia presidenta consintiera tácitamente su ejecución. Pero la conciencia de Taylor puede más. Se niega a firmar el Tratado de paz, va a denunciar la conspiración, renunciará al cargo y se pondrá a disposición de la Justicia. En un último llamado telefónico, salva la vida de Bauer...
...para la futura película de 24 que, según se anuncia, llevará a nuestro protagonista por Europa. Respondiendo sólo a sí mismo, ahora que es “un hombre sin patria”. O sea, un Jack Bauer hasta ahora inimaginable.
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