jueves, 6 de enero de 2011

Benedicto XVI


El Papa Benedicto XVI retomó la tradicional audiencia general de los miércoles y destacó con firmeza la necesidad de poner a Cristo como centro de toda nuestra existencia.

Durante la catequesis dirigida a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro el Santo Padre compartió sus “sentimientos entre ellos contrastantes en estos días del inicio de mi ministerio petrino: estupor y gratitud en el confronto de Dios que ha sorprendido sobre todo a mí mismo, llamándome a suceder al apóstol Pedro; ansiedad interior delante de la grandeza de la tarea y de las responsabilidades que me han sido confiadas”. Continuó diciendo que “me da serenidad y alegría la certeza de la ayuda de Dios, de su Madre Santísima, la Virgen María, y de los santos Protectores; también me es de apoyo la cercanía espiritual del Pueblo de Dios entero al cual continúo pidiendo me acompañe con insistentes oraciones”.

Seguidamente el Santo Padre explicó a los peregrinos la razón del nombre que eligió al ser nombrado Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia Universal. Dijo: “He querido llamarme Benedicto XVI para relacionarme idealmente al venerado Pontífice Benedicto XV, que ha guiado a la Iglesia en un periodo atormentado por el primer conflicto mundial. Fue valiente y auténtico profeta de paz y actuó con extrema valentía desde el inicio para evitar el drama de la guerra y después al limitar las nefastas consecuencias”. Haciendo explícita referencia al tema de la reconciliación manifestó el deseo de “poner mi ministerio al servicio de la reconciliación y de la armonía entre los hombres y los pueblos, profundamente convencido que el gran bien de la paz es sobre todo don de Dios, don frágil y precioso que debe ser invocado, tutelado y construido día tras día con el aporte de todos”.

Asimismo hizo referencia al Padre del monacato occidental diciendo que “el nombre de Benedicto evoca, además, la extraordinaria figura del gran ‘Patriarca del monacato occidental’, San Benito de Nursia. La progresiva expansión de la Orden Benedictina fundada por él ha ejercido un influjo enorme en la difusión del cristianismo en todo el Continente. San Benito es por ello muy venerado en Alemania y, en particular, en Baviera, mi tierra de origen. Constituye un fundamental punto de referencia para la unidad de Europa y un fuerte reclamo a las irrenunciables raíces cristianas de su cultura y de su civilización”.

El Santo Padre resaltó firmemente que “al inicio de mi servicio como Sucesor de Pedro pido a San Benito ayudarnos a tener firme la centralidad de Cristo en nuestra existencia. ¡Él esté siempre en el primer lugar de nuestros pensamientos y en cada una de nuestras actividades!”

Finalmente citó al difunto Pontífice Juan Pablo II destacando que “nuestras comunidades cristianas deben ser auténticas escuelas de oración, donde el encuentro con Cristo no se exprese solamente como imploración de auxilio, sino también como un dar gracias, gloria, adoración, contemplación, escucha, ardor de los afectos, hasta un verdadero deseo de corazón”.

Terminada la catequesis el Papa Benedicto XVI impartió la bendición apostólica.

No hay comentarios:

Publicar un comentario