martes, 19 de julio de 2011

Érase una vez el Auto Justicialista




El 28 de Marzo de 1952, fue una fecha verdaderamente histórica para la industria argentina. No se trata aquí de expresar simpatías o antipatías políticas e ideológicas. Nada de eso. Pero hay que decirlo.

Cuando el por entonces Presidente Juan Domingo Perón firmaba el decreto Nº 6191, nacían las Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado (I.A.M.E.) y con ellas una se iniciaba una página dorada de la historia argentina.

Las fábricas (eran varias) tenían un claro objetivo: la investigación, fabricación y reparación de material aeronáutico y (esto es lo que nos ocupa en esta nota) la promoción y producción automotriz.

De esa manera nacía la idea de producir en serie un auto argentino, íntegramente producido en nuestras tierras: el Auto Justicialista.

Por aquellos días se buscó una rápida inspiración en el auto DKW y en especial en su motorización de 2 cilindros.

Como el tiempo apremiaba y buscando más efectividad que originalidad, se dispuso la importación de dos DKW directamente desde Alemania, un sedán y una rural.

El primer paso fue la copia fiel de todas y cada una de sus partes, cosa que no es una tarea sencilla, claro está.

Rápidamente se comprobó que el motor 2 cilindros resultaría algo “flaco” , sobre todo para el sedán y se optó por un revolucionario sistema de cilindros en “u” , un motor absolutamente original que se llamó M-800.

Para la carrocería, no anduvieron con chiquitas tampoco. Se le encargó el trabajo a un grupo de diseñadores del área de Proyecto de Aviones, y para tal tarea se inspiraron en las formas del famoso Chevrolet 51. Nada más y nada menos.

Se montó una monumental planta de producción, al mismo tiempo que se diseñaban y planificaban los autos y en 1953 se dio inicio a una época de oro para la industria automotriz nacional. Comenzó en aquel año la producción oficial del Auto Justicialista.

Inicialmente se habían proyectado cuatro diferentes modelos, pero al final se comenzó con la producción de sólo tres: la chatita, el furgón y el sedán.

El Justicialista supo andar durante un par de años por las calles de Argentina, dando rienda suelta a la ilusión y al placer de manejar a muchos amantes de los autos que por entonces cumplían el sueño de poder tener el auto propio, producido en el país y a un costo sumamente razonable.

Para 1955, cuando el gobierno de Perón fue derrocado, todo el proyecto, por razones obvias, pareció sucumbir.

Se continuó con la producción del modelo sedán, aunque con diferente motorización.

El auto entonces pasó a llamarse Graciela…

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