Nacido el 18 de julio de 1918, en un pequeño poblado de Transkei, un territorio tribal sudafricano, hoy integrado en una provincia en la costa sudeste de la República de Sudáfrica, Nelson Rolihlahla Mandela puede ser considerado el “padre fundador” de la moderna república sudafricana que dejó atrás la penosa historia del apartheid.
Hijo de un importante jefe tribal, Mandela despuntó su vocación política como dirigente estudiantil. Expulsado del colegio universitario por participar de una huelga, se trasladó a Johannesburgo y completó -no sin dificultad- sus estudios, para luego, con 24 años, recibirse de abogado. Dos años más tarde, en 1944, ingresó al Congreso Nacional Africano, un partido en defensa de los derechos de la población negra que, a poco de comenzar el apartheid de 1948, inició una campaña de desobediencia civil, para enfrentar la segregación racial institucionalizada por el Partido Nacional gobernante, que pronto negociaba la independencia del país de Gran Bretaña, aunque no saldría de la Commonewealth.
En aquellos años, junto a otros compañeros de ruta, Mandela militó ofreciendo asistencia legal y se destacó en la lucha pacifista. Sin embargo, junto a muchos otros militantes, fue detenido y acusado de traición a su país, siendo encerrado desde 1956 hasta 1961. En aquellos años, el Congreso Nacional Africano sufría los avatares de la radicalización de los activistas panafricanos y las alianzas con los comunistas sudafricanos. Pero luego del aumento de la represión del régimen, Mandela encabezó el pase a la resistencia armada, formando la guerrilla “Lanza de la Nación”. Poco duró y en 1962 fue apresado y sentenciado, primero a cinco años de prisión con trabajos forzados, y luego, a pesar del creciente protagonismo internacional de su figura, fue condenado a prisión de por vida.
Durante sus años de cárcel, mientras crecía su reputación como líder contra el apartheid, negó siempre negociar su libertad. En tanto, numerosos movimientos insurgentes, la instauración de regimenes socialistas en países vecinos y la creación de grupos de protesta como el Movimiento de Conciencia Negro, imponían la dinámica en el sur del continente africano y aumentaban la inestabilidad del régimen de Sudáfrica.
Sin embargo, recién el 11 de febrero de 1990, con casi tres décadas de encierro, consiguió su libertad, al mismo tiempo que se terminaba el apartheid. Mandela -cuya vida familiar además está marcada trágicamente- fue electo presidente de Sudáfrica, tras la reapertura democrática, el 10 de mayo de 1994. Encabezó entonces, nuevamente, el partido Congreso Nacional Africano, pero mucho más que eso, la aspiración de todo un pueblo a dejar atrás una triste historia de discriminación racial.
"Como la esclavitud y el apartheid, la pobreza no es natural. Es creada por el hombre y puede superarse y erradicarse mediante acciones de los seres humanos. Y erradicar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Se trata de proteger un derecho humano fundamental, el derecho a la dignidad y a una vida digna. Mientras haya pobreza, no habrá verdadera libertad."
Nelson Mandela
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