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Departamento GRAL. LOPEZ

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jueves, 26 de noviembre de 2009

Lámparas de Bajo Consumo



Mucho se ha dicho y hay quienes tienen prejuicios con el tipo y la calidad de luz que emiten las lámparas bajo consumo. Verdades e imprecisiones sobre sus posibilidades
Energía y cómo ahorrarla. Esa parece ser la premisa que se instaló en la opinión pública, calentamiento global y cambio climático mediante, desde el año último. Y en todas las campañas, la del Gobierno incluida, las grandes vedettes parecen ser las lámparas de bajo consumo. Pero aunque sean el caballito de batalla de los ecologistas y se hayan instalado en el imaginario como artefactos políticamente correctos, las lámparas bajo consumo no seducen al consumidor. Hay tres razones: el tipo de color que emiten, su potencia y el precio. Dos de las grandes marcas del mercado lumínico explican por qué estas lámparas pueden reemplazar las incandescentes. Jeremías Aryan, coordinador de Marketing de GE , explica que, por un lado, “hay mucha gente que aún desconoce que existen lámparas de bajo consumo con un modelo de luz cálida. Entonces, las asocian a las de luz fría. Pero la temperatura de color cálida de una de bajo consumo es casi la misma que la incandescente”.
Para Gladis Gatty, manager professional de Philips, más allá de la existencia de lámparas bajo consumo de luz cálida o fría es muy importante el uso que se les va a dar, lo que explica mediante la fotobiología, rama de la ciencia que se dedica a estudiar cómo afecta la luz y sus diferentes matices al organismo. Por ejemplo, la luz brillante inhibe la producción de melatonina, hormona encargada de inducir el sueño a la vez que estimula la ceratonina, que nos activa.
De esta manera, una luz cálida invita al relax y el descanso, mientras que una más fría y brillante estimula la actividad. Para un mejor uso de este tipo de lámparas, se recomienda que se utilicen para iluminar ambientes de trabajo, como una oficina, y en el hogar, una cocina, un escritorio o comedor diario. También se extiende su uso al exterior, como, por ejemplo, luces de jardín que queden encendidas durante toda la noche. Porque otra de las características es su durabilidad: hasta diez veces más que una bombita incandescente, siempre y cuando no se accione más de tres o cuatro veces por día. Es decir, mientras más tiempo estén encendidas, más van a durar. ¿Sirven entonces como lámparas de un sensor de movimiento? No. Tampoco para el baño u otro ambiente en el que se la prenda y apague con mucha frecuencia.
En cuanto a si su flujo lumínico es menor al de las lámparas incandescentes, la respuesta es no. Tomemos como ejemplo una lámpara de bajo consumo de 20 watts que equivale a una de 100 watts incandescente. Esta proporción se logra al medir los lúmenes del flujo de luz. Las incandescentes de 100 watts tienen un flujo lumínico de 1310 lúmenes, mientras que las de bajo consumo llegan a un promedio de 1300. Esto quiere decir que la potencia lumínica es casi la misma. La diferencia, según Aryan, reside en la percepción del ojo humano: “A diferencia de las bombitas comunes, una lámpara de bajo consumo no produce los 1300 lúmenes desde el segundo cero. De hecho, tarda 120 segundos en llegar al 80% de su luminosidad. El resto lo produce progresivamente en un lapso de 500 segundos. Entonces, al accionar la llave es cuando más atento está a cuánto ilumina el ambiente, ahí percibe que lo hace menos. Encima, el resto de la luminosidad llega en forma gradual, con lo que no se percibe el cambio. Pero iluminan casi lo mismo que una incandescente”.
Con respecto al costo, se sostiene que con el tiempo y la inserción en el mercado, el precio va a bajar. “Aunque en nuestro país los costos energéticos aún son baratos, si cambias todas las luces de tu casa por bajo consumo habrá diferencia en la tarifa final. Pero más allá de esto, es bueno para el medio ambiente si se ahorra energía, por más que los costos no sean elevados. Porque, para generarla, hay que hacer plantas hidroeléctricas y represas que consumen recursos naturales. De esta manera se estaría evitando construir otro Chocón, por ejemplo, como cualquier usina o central hidroeléctrica que tienen gran impacto sobre todo a los alrededores.”

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