El
inmigrante que se convirtió en un protagonista de la histórica gesta de los
chacareros santafecinos.
El famoso Grito de
Alcorta tuvo entre sus líderes a un croata. Su nombre era Vicente Vrañizan,
según la grafía que adoptó al llegar Vranjican a la Argentina.
Había llegado a los pagos santafecinos allá por 1909 y
para 1912 ya había pasado muchas mañanas arando con bueyes las mismas tierras
que por la tarde trabajaba con el arado mancera. Y sabía que el fruto de esos
días infinitos nunca retornaba al trabajador.
De manera que fue uno de los que se reunieron, convocaron
y alentaron a los remisos para ese 14 de julio de 1912 cuando se declaró la
huelga en forma oficial en un acto multitudinario realizado en el local de la
Sociedad Italiana de Alcorta.
Vrañizan no sólo alentó a los remisos; en los momentos en
que la persuasión no funcionó se ocupó de cortar las pecheras de los arreos de
los bueyes de los timoratos y, por qué no, a veces cortó también sus
alambrados.
"Fue una huelga muy dura, reconocería más tarde, pero
había que combatir el miedo de los colonos." Porque a las condiciones
miserables en que vivían se les sumaba el miedo a los propietarios de la
tierra, el miedo a sus represalias, el miedo a encontrarse otra vez con el
hambre por la que habían huido de Europa.
En condiciones leoninas, o como ellos mismos no dudaron en
definir, esclavistas, los colonos debían entregar a los terratenientes el 55
por ciento de la producción, limpia, embolsada y lista para exportar. De esta
manera, por mucho que trabajaran y por buena que fuera la cosecha, no salían
del endeudamiento.
El desalojo rural fue un fantasma que acosó las noches y
los días de los trabajadores. Y muchísimas veces fue una realidad. Y aunque
parezca mentira, hubo fotos de tales desalojos que se imprimieron como tarjeta
postal.
Los rebeldes a esta situación determinaron que sería una
verdadera revolución y por ello eligieron la fecha de la toma de la Bastilla
para esta proclamarla.
Un dato ilustra la convocatoria a la asamblea; según el
diario La Capital había una caravana de sulkies llegados de la estancia La
Adela que ocupaba más de dos kilómetros y medio.
Francisco Netri, el abogado que asesoró a los huelguistas,
fue inexplicablemente asesinado un tiempo más tarde.
No le faltaron a Vicente mismo las represalias y los
intentos de hacerlo callar, más bien por las malas ya que no iba por las
buenas. En una ocasión, el fogoso luchador fue baleado por un grupo de matones
frente a una tranquera.
Tres proyectiles lo alcanzaron y uno de ellos que se alojó
en la nuca nunca pudo ser extraído.
"Es mi medalla de plomo", solía decir en sus
años maduros. Así fue, lo que se hereda no se hurta, dicen en el campo,
precisamente. Una marca de libertad y fuerza traía don Vicente ya de sus
abuelos -los barones Vranjican de Croacia-, hombres destacadísimos de la
política y la cultura que también habían luchado por los derechos, en ese
momento por lo que se llamó el Movimiento Ilírico, una afirmación de la
identidad y en defensa de las pretensiones de vecinos poderosos.
A partir de entonces se establecieron contratos de
arrendamientos y aparcerías en un 50 por ciento más favorables a los
agricultores. Y lo más importante -según consideran- fue que nueve años después
se aprobó la primera ley contractual agraria.
Lo más notorio fue la creación de la Federación Agraria
Argentina, cuyo primer presidente fue Antonio Noguera, de Pergamino, y el
vicepresidente fue otro oriundo de Croacia, JOSE V. BURATOVICH.
Envuelto ya en la leyenda, Vrañizan murió a las 99 años en
Pergamino. El y su esposa, María Maroevic, habían nacido en la isla de Hvar, en
el mar Adriático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario