La inmensa mayoría de los políticos sostienen que la desigualdad en la distribución del ingreso se origina en la perversa apropiación de la riqueza por parte de los ricos, que esclavizan a los pobres.
Es una deformación ideológica, refutada por la realidad que se vive en países con elevados ingresos per cápita.
El ingreso en Argentina se distribuye entre:
a) el Gobierno y los sindicatos, que son barriles sin fondo, con dilapidadores y delincuentes; y
b) el sector privado, con pocos ricos y muchos pobres.
Nación, provincias y municipalidades se quedan con el 43% de los ingresos de los argentinos, generan gastos con exigencias burocráticas por más del 2% del PBI, y los sindicatos reciben su propia tajada.
El total ronda el 50% del PBI.
Los que pagan este exceso son los pobres, empezando con el 25% de impuestos al consumo.
Esta aberración aparece como inquebrantable. El Estado es el origen de la pobreza y de la desigualdad en la distribución del ingreso.
Estado y paraestatales son organismos enfermos, ineficientes, dilapidadores, y corruptos. Con esta estructura el país no se recuperará, los funcionarios seguirán enriqueciéndose, y los que trabajan, arrastrándose.
Reestructurar el Estado será una muy dura lucha contra los delincuentes que lo manejan, pero hay que enfrentarlos para sacar al pueblo de la pobreza.
4 abr 2011
Dr. Marcelo Castro Corbat
Centro Segunda República
segundarepublica@fibertel.com.ar
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