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Departamento GRAL. LOPEZ

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lunes, 30 de agosto de 2010

EL FUTBOL


"La historia del fútbol es un triste viaje del placer al deber. A medida que el deporte se ha hecho industria, ha ido desterrando la belleza que nace de la alegría de jugar porque sí. En este mundo del siglo veintiuno el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable. A nadie da de ganar esa locura que hace que el hombre sea niño por un rato, jugando como juega el niño con el globo y como juega el gato con el ovillo de lana. El juego se ha convertido en espectáculo, con pocos protagonistas y muchos espectadores, fútbol para mirar, y el espectáculo se ha convertido en uno de los negocios más lucrativos del mundo, que no se organiza para jugar sino para impedir que se juegue. La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol a pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía. Por suerte todavía aparece en las canchas, aunque sea muy de vez en cuando, algún descarado carasucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo y rival, y al juez, y al público de las tribunas, por puro goce del cuerpo que se lanza a la prohibida aventura de la libertad" (1).Cuando en nuestro fútbol vernáculo se habla de profesionalizar estos humildes equipos de liga, muchos aplauden esa iniciativa y la festejan con bombos y platillos. Hay una idea que la copia de los estamentos superiores hará que nuestros equipos ligueros que en los que aún se respiran ciertos aires amateurs serán cada día mejor y brindarán un mejor espectáculo. Es notable como los mismos que están con esa supuesta "profesionalización" del fútbol liguero se escandalizan cuando los jugadores vernáculos pretenden cifras exorbitantes para brindar sus servicios "profesionales" para los colores de turno. Parece ser que el jugador liguero actual debe mantener una dieta balanceada en hidratos de carbono, practicar tres horas semanales de táctica y estrategia, correr mil metros en dos minutos y permanecer lejos de cualquier placer mundano los tres días previos al partido, pero luego deberán jugar "por la camiseta" y no pretender que esos esfuerzos sean gratificados. Es justo reconocer también que estos esfuerzos son gratificados, ellos, los jugadores, son vitoreados y aceptados en una sociedad de acuerdo a su rendimiento dentro del campo de juego. Muchos gracias a su habilidad con las piernas, visitan círculos pseudo-aristocráticos, viajan en modernos vehículos junto a "admiradores" de su singular pericia, situaciones que no vivirían si no la poseyeran. Lamentablemente esto alimenta unos pocos espíritus de nuestros jugadores vernáculos, la mayoría, copiando también a los profesionales que se quiere imitar, pretenden los mismos beneficios por similares sacrificios. Curioso es también o que sucede a nivel local con la dirigencia liguera. Pasa con ellos lo que con la quiniela clandestina, la evasión de impuestos o prostíbulos zonales. Todos sabemos que existen, que son una realidad que se cruza a cada paso, que conviven con cada uno de nosotros, pero, a pesar de ser ilegales, a nadie se le ocurre condenarlos. Nuestra liga es AMATEUR y si buscamos el significado etimológico de esta palabra descubriremos que se trata de una palabra que se aplica sobre todo a lo deportivo, pero puede ser aplicado a cualquier actividad. Dice exactamente cualquier diccionario que amateur significa aficionado. Si uno piensa que cada uno de nuestros jugadores está realizando una actividad poco nos costará deducir que ellos son aficionados a la actividad que realizan. Aficionado es según el mismo librejo una actividad que se realiza sin tenerla como profesión. Y para finalizar "profesionalismo" es exactamente: "Cultivo de utilización de ciertas disciplinas, artes o deportes como medio de lucro. Toda esta perorata es para demostrar que lo profesional es lo opuesto a lo amateur. Y que la única gran diferencia es el dinero, la guita, la papota, la moneda, la viyuya o como quieran decirle. Todo esto es para no remitirse a medios estrictamente legales, porque si así fuera, violaría todas las leyes cualquier persona que recibiera remuneración alguna por ejercer un deporte que sea considerado como amateur. Cualquier jugador de la zona podría jugar donde quisiera con el sólo hecho de desearlo, solamente le alcanzaría con recurrir a la justicia ordinaria y no habría abogado alguno que perdiera ese juicio, ya que las leyes son muy claras al respecto. Pero claro, nadie viola los "códigos", no se puede hacer eso, sería condenado eternamente por "ortiba" o "buchón". El imperio de la ilegalidad en pos de los "códigos" triunfará como tantas cosas lo vienen haciendo. "Poneme dos pesos al 42 en la de Montevideo". Hagamos ahora un capítulo aparte para los técnicos, en este punto la contradicción es raramente cuasi legal. Desde el año 99 del pasado siglo los técnicos que quieren dirigir los equipos de nuestra liga deben tener el título que los habilite para tal labor. Rara forma de ver las cosas en este sentido. Los técnicos deben ser profesionales en una liga amateur. Ahora, si el profesional cobra por sus servicios, ¿cómo puede hacerlo en una entidad que basa su funcionamiento en el amateurismo? Sin palabras. Hasta ahora, salvo algunas excepciones, el único que queda afuera de tanto despropósito es el hincha. El sigue yendo sin pensar demasiado en todo esto, sigue alentando, gozando los triunfos y llorando las derrotas, sin contaminarse con los efluvios que arrojan los que creen ser los verdaderos protagonistas. Pero malas noticias les tengo a ellos...muy malas...el fútbol sin hinchas es como bailar sin música...porque el hincha se va...y la ya vieja tribuna carmesí queda sola, y el hincha que fue todos vuelve a ser uno, uno solo, sin el increíble amparo de la muchedumbre, y vuelve y se opaca, junto con el sol que cae, y el domingo que amaneció de fiesta se torna melancólico, y espera la noche, espera encontrar el día siguiente, para volver a vivir el mismo partido, con sus incondicionales amigos, para criticar, para aplaudir, para tratar de acortar los larguísimos seis días que faltan hasta el domingo siguiente...

http://www.waldomarempedocles.blogspot.com/




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