La Cleptocracia es un sistema de gobierno donde -con nombre de partido político, coalición, grupo económico político o social, sean estos explícitos o secretos- una banda de ladrones administra el poder público o privado aprovechándose de todas las oportunidades de la gestión para el enriquecimiento personal, familiar y de los grupos vinculados.
Los cleptócratas, por su naturaleza delincuencial, constituyen gobiernos absolutistas, discrecionales y sin transparencia, una constante es el abuso del poder de la autoridad para manipular los procesos políticos, sociales, económicos y administrativos; se organizan en distintos sectores y niveles del poder estatal y de la sociedad civil, estructuran sistemas globales, regionales, nacionales y locales, por eso, cuando se les agota un régimen no dudan de pasar a otro, sea este centralizado, descentralizado o autónomo, todos sirven a sus fines.
Actualmente llegan a la cima del poder la vía de elecciones, incluso cuentan con instancias pseudo fiscalizadoras; la banda - en el sector público generalmente está vinculada con actores económicos privados- entre otros la integran viejos políticos criollos asociados a nuevos políticos criados con viejas mañas, gángster nuevos y muchos reincidentes de delitos económicos, mutantes de partidos e ideologías, de dictaduras y democracias, frustrados políticos, nuevos profesionales faltos de capacidad y ávidos de poder y status, dirigentes populares adulones y mediocres.
Detrás del poder cleptocrático se organizan los aparatos del sistema, están compuestos por destacamentos policiales y militares con mando, cuentan con mercenarios manipuladores de la ideología y la opinión pública, estructuran un poder judicial prevaricador por excelencia; todos actúan con la arrogancia y la desfachatez de sentirse lavados y validados por la autoridad oficial, el poder popular y la ley, obviamente sin importar el prontuario.
Hacen alarde de su competitividad delictiva, en el contexto de la revolución tecnológica y la globalización, son herramientas infaltables en sus negocios las tarjetas de crédito, celulares, computadoras e Internet, frecuentan clubes y fiestas exclusivas, manejan cuentas en dólares en bancos de los paraísos fiscales, se confiesan cristianos, algunos van a misa y hacen donaciones que publicitan; periódicamente hacen cruceros de negocios vinculados y placeres relajados.
En sus relaciones sociales balbucean conceptos de moda, entre otros los de gobernabilidad, alianzas estratégicas, globalización, estabilidad macroeconómica, competitividad, convertibilidad, crisis e inflación mientras intercambian revistas Play Boy; son impostores de la democracia, la participación y la lucha contra la pobreza.
Los cleptócratas mientras son funcionales a las estrategias de poder del centro mundial, son asociados de estos compartiendo beneficios y la reciprocidad de sus negocios, el poder político y la protección.
El poder cleptocrático, con los millones que acumula, busca y usa sistemáticamente todas las formas lícitas e ilícitas de legitimación, renovación y perpetuación en el poder; no faltan los empresarios inversionistas con recursos de origen dudoso que en la política alcanzaron la mayor rentabilidad de sus negocios; en esta escuela delictiva y de polución de la mente, todos influyen y forman a sus hijos y otros vinculados que los reproducen y suceden perfeccionando mas el sistema, es la pedagogía reproductora del sistema delictivo.
El Dr. Jim Besberry –Asesor del Banco Mundial- afirma que, “...a los cleptócratas no les interesa el medio para llegar al poder, simplemente se desarrollan como un cáncer corrompiendo a más personas hasta que toman el control total”, precisa que “...cuando la corrupción se convierte en un hábito diario, los sobornos se convierten en parte de la estructura de costos de los empresarios y en suplementos de sueldos de empleados, cuando gradualmente todos tienden a corromperse, significa la institucionalización de la codicia por los recursos...”
La globalización de la corrupción constituye una de las mayores pandemias que afectan al mundo. En países como la Argentina, Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Italia, Japón, Rusia y otros, han sido denunciados y procesados ministros, jueces y el algunos estructuras completas de gobierno, algunos has sido procesados, destituidos, encarcelados; otros más radicales han fusilado a los corruptos.
En América del Sur –salvando las excepciones y presunciones--, el sistema cleptocrático ha desarrollado su mayor nivel de afinidad en los gobiernos dictatoriales, sin embargo, en los últimos diez años de democracia se han visto reiteradas y explícitas manifestaciones de corrupción en sectores de la administración pública, en los partidos políticos gobernantes, en la policía, las fuerzas armadas, en el poder ejecutivo, legislativo y judicial, en la administración de fondos públicos; no se salvaron las gestiones cerradas, discrecionales y faltas de transparencia de la empresa privada y sus asociaciones, del sector bancario, las cooperativas y algunos gremios sindicales.
La secuela que dejan estos depredadores tiene como inventario a obras públicas con sobre precios, otras fantasmas y algunas innecesarias, licitaciones manipuladas, privatizaciones de favor, grandes delitos tributarios, desvío y saqueo de los fondos sociales, malversación de la ayuda internacional y de los créditos de fomento, tráfico de leyes, Decretos, Resoluciones y sentencias judiciales, alianzas políticas mercantiles, gestiones financieras incestuosas, quiebras y auto quiebras de bancos, lavado de dinero, protecciones al narcotráfico; todos amparados en la impunidad oficial y el sistema de lealtades delincuenciales y el abuso del poder.
La existencia de este sistema –generalmente conocido y tolerado por la hipocresía social y protegido por el poder público y privado – agrava las condiciones de vida de los pueblos y envilece a las personas y la gestión institucional dificultando los procesos del desarrollo.
Para superar la gravedad de esto, dentro de un proyecto político alternativo a construir, es necesario definir integralmente políticas, programas, proyectos y acciones específicas y drásticas en la prevención y sanción del delito, la educación en nuevos valores y la capacitación integral de los ciudadanos es fundamental para forjar hogares y patrias felices.
La utopía es trabajar en una nueva ética y responsabilidad por el interés público y el desarrollo.
Juan José de Urrengoechea
DNI 12.094.051
Salta
( urren@sion.com )
(*) Aníbal Jerez Lezana
Auditor Gubernamental
( anibaljerez@cotas.com.bo )
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