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Departamento GRAL. LOPEZ

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martes, 22 de febrero de 2011

Río Omo


El río Omo es un río de Etiopía de 760 km de largo, que desemboca formando un amplio delta en el lago Turkana, casi en la frontera con Kenia. Tiene su nacimiento al suroeste de Addis Abeba y discurre por un curso tortuoso a través de la meseta etíope. Tiene una longitud de 760 km.

Geografía

El río Omo nace en el altiplano Shewan y es un río perenne. Su curso corre primero en dirección sureste, describiendo una gran curva hacia el oeste hasta aproximadamente la mitad de su recorrido, en que se vuelve hacia el sur hasta desaguar en el lago Turkana (de 6,405 km² y a una altura de 360,4 m), uno de los lagos del Gran Valle del Rift.

En su curso el Omo tiene un desnivel de unos 2.000 m, desde una altura de unos 2.300 m en su origen hasta los 360,4 m a nivel del lago, y por ello sus aguas discurren muy rápido, en un curso roto por varias zonas de cascadas, siendo las más importantes las Kokobi. El río es por ello navegable sólo un corto tramo por encima de donde desemboca en el lago Turkana. La Spectrum Guide to Ethiopia describe el río como un destino popular para la práctica del rafting en septiembre y octubre, cuando el río está en período de crecida por la temporada de lluvias.

Su afluente más importante es el río Gibe, siendo otros afluentes más pequeños los ríos Wabi, Denchya, Gojeb, Mui y Usno.

El río Omo formaba el límite oriental de los antiguos reinos de Janjero y Garo. El Omo también fluye a través de los Parques Nacionales Mago y Omo, que son conocidos por su vida silvestre. Muchos animales viven cerca y en el río, incluyendo hipopótamos, cocodrilos y las serpientes venenosas Bitis arietans.

Historia

Declarado como Patrimonio de la Humanidad en el año 1980, el valle del río Omo, está situado al sur de Etiopía, en el estado de Naciones, Nacionalidades y Pueblos del Sur, casi en la frontera con Kenia. Es un área poco accesible y no exenta de riesgos: podríamos encontrarnos con una invasión de moscas tse-tse, la amenaza del calor y el sol sofocante, las lluvias diluviales, o el paludismo.

Sin embargo, la zona guarda en silencio algunos de los enigmas sobre el origen de la humanidad: es un importantísimo yacimiento paleontológico, uno de los más ricos de todo África. En la zona, se hallaron restos de homínidos de hasta 4 millones de antigüedad, piezas fundamentales para el estudio de la evolución humana.

En el valle del río Omo, durante miles de años, una diversidad de culturas y grupos étnicos se asentaron sobre las orillas, siendo hasta la actualidad, una comunidad de culturas ancestrales que perduran con una increíble impermeabilidad al mundo moderno.

El valle del río Omo, está reconocido como uno de los lugares más salvajes de África. Aun perduran en las tribus tradiciones, ritos y hasta enfrentamientos a muerte, muchas veces por una porción del territorio para el ganado. Algunas de las tribus que habitan la zona se conocen con nombres como los hamer, los surma, los karo o los mursi, en su mayoría, sin contacto con el mundo exterior. Los hamer son la tribu con la que se puede establecer un mayor contacto.

A pesar de lo difícil que resulta distinguir a cada una de las etnias, tienen rasgos distintivos de una belleza inusual: cuerpos pintados y decorados exageradamente.

El valle inferior del Omo se cree que fue una encrucijada durante miles de años para diversas culturas y grupos étnicos que emigraron hacía esa región. Actualmente en el valle viven muchas tribus de agricultores y pastores seminómadas, como los hamers, mursi, karos, surma, bume, galeb, dassanetchs, berber o bodis. Muchos de ellos practican las modificaciones corporales, como lo demuestran los reportajes del fotógrafo Hans Silvester sobre el arte de la pintura corporal de los pueblos del Omo.

Jules Borelli fue el primer explorador europeo que reconoció a fondo la parte alta y media del Omo en la década de 1880. El también explorador italiano Vittorio Bottego alcanzó el río Omo el 29 de junio de 1896, durante su segunda expedición a África (1895-97) financiada por su país, que buscaba un «papel colonial» en pie de igualdad con otras naciones importantes de Europa. Murió durante esta expedición el 17 de marzo de 1897.

Henry Herbert Austin y sus hombres alcanzaron el delta del Omo el 12 de septiembre de 1898, encontrando que una expedición de Etiopía, encabezada por Ras Wolda Giyorgis, había plantado el 7 de abril la bandera de Etiopía en la ribera norte del lago Turkana, y había saqueado a los locales dejándolos reducidos a la pobreza.

El teniente Alexander Bulatovich condujo una segunda expedición etíope que llegó al lago el 21 de agosto de 1899, y fue igualmente destructiva. A pesar de ello, los franceses en su partida cartografiaron con precisión por primera vez muchos de los meandros del delta del río Omo. Esta versión del río Omo se mantuvo en uso hasta la década de 1930.

Importancia arqueológica

Toda la cuenca del río Omo es importante geológicamente y arqueológicamente, y es conocida por sus depósitos paleontológicos. Equipos franceses y estadounidenses han excavado varios yacimientos, que datan del Plioceno y Pleistoceno, y han aparecido fósiles de homínidos (Homo gracilis y Paranthropus aethiopicus), pertenecientes a los géneros Homo y Australopithecine, así como herramientas hechas de cuarcita, la más antigua de alrededor de 2,4 millones de años.

Debido a esto, el valle bajo del Omo, cerca del lago Turkana, fue designado por la UNESCO como un sitio Patrimonio de la Humanidad en 1980.

Cuando fueron descubiertos, se pensó que esos utensilios podían haber sido parte de la denominada industria pre-Oldowan, incluso más primitiva que los encontrados en la garganta de Olduvai. Más tarde, la investigación demostró que las técnicas utilizadas y las formas permiten su inclusión en el Oldowan, y que su primera datación se debía al deterioro causado por la pobre calidad de los materiales empleados.

Omo también da su nombre a Omo1 y Omo 2, los dos cráneos más antiguos de Homo sapiens descubiertos hasta la fecha.

Presenciar la vida y las costumbres del valle del río Omo es una experiencia no sólo a los confines de África, sino a los misterios mismos del origen de la humanidad.
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