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Departamento GRAL. LOPEZ

Departamento GRAL. LOPEZ

viernes, 6 de mayo de 2011

Bases de apoyo del peronismo. Las condiciones de alianza de clases.


Las bases del peronismo a grandes rasgos fueron:

El sindicalismo y la nueva clase obrera.

La pequeña burguesía nacional.

Ciertos sectores de las FF.AA.

Sectores de la Iglesia.

a) Los sindicatos:

1-heterogeneidad obrera.

2-Sindicatos viejos y nuevos.

1-Heterogeneidad obrera.

El peronismo es un movimiento que surge como respuesta a los problemas de una época, que aparece en una estructura económico-social, en la que ya existe un significativo peso de la industria.

Este movimiento cuasi fascista obtiene el apoyo de vastos sectores de obreros industriales, adhesión no compatible con el modelo clásico de orientaciones de la clase obrera movilizada.

Según el modelo clásico, la orientación propia de los trabajadores industriales apoya un movimiento de clase de tipo reformista o revolucionario nutridos por ideologías de izquierda, reaccionarios en relación con las elites políticas de otro origen social.

El apoyo obrero al populismo, en los países dependientes y periféricos, aparece como una desviación a este modelo. Esto puede producirse en los países que se industrializaron tardíamente, donde la clase obrera está dividida internamente, originado por los diferentes momentos de integración de los trabajadores a la industria.

Por eso se dice que había "obreros viejos", ajustados al modelo clásico, y los "nuevos". Los primeros serian trabajadores principalmente de origen europeo con larga experiencia, formados en el trabajo industrial y los segundos, obreros más recientes, son nuevos en el ámbito industrial y la vida urbana, migrantes provenientes de zonas campesinas con el incipiente proceso industrial por sustitución que comienza en el ´30.

Estos formarían una masa "desplazada" y por lo tanto "disponible" para su manipulación por la elite. Populismo desde arriba o de gobernantes.

Los nuevos obreros son masas populares atraídas más por la vida urbana que por el trabajo industrial, con valores de movilidad ascendente, en su desplazamiento del campo a la ciudad y no por la "consciencia de condición obrera". Sus características fueron:

Orientado a la búsqueda de ventajas económicas.

Sentimiento de pertenencia a un grupo primario en lugar de solidaridad de clase. Sin principios ideológicos, alienados en una orientación reformista. Mentalidad "virgen".

Los diferencia su falta de autonomía y proyecto de clase, oscilando en una doble necesidad, la participación efectiva en un orden social, por un lado; y por otro, la urgencia de resolver problemas inmediatos de vivienda, pobreza, etc., en época de desarrollo de consumo de masa.

Los restos de tradicionalidad aún vigentes en ellos harán a estos obreros inclinados a aceptar aquellas normas emanadas de un tipo de autoridad paternalista como la que habrán de ejercer los caudillos populistas. Adquiere consciencia de movilización con ayuda del Estado, aunque con esto obstaculiza su consciencia de clase.

Esto surge de la dificultad que encuentran los sindicatos y los dirigentes tradicionales para organizar a los nuevos trabajadores. Por eso se llega a la organización de estos a través del aparato estatal.

La presencia de un periodo previo de asincronía entre desarrollo económico y participación (´30-´40), resulta decisiva para las características de los movimientos populistas. Etapa de anomia, pobreza y carencia de organización.

2-La clase obrera y los sindicatos.

El sindicalismo tiene una gran importancia como factor constituyente del movimiento nacional-popular peronista, sobre todo en las organizaciones gremiales en la Argentina a comienzos de la década del ´40.

En el proceso de génesis del peronismo tuvieron una intensa participación dirigentes y organizaciones gremiales viejas, participación ésta que llegó a ser fundamental en el ámbito de los sindicatos y de la Confederación General del Trabajo, luego con el partido Laborista.

Previo al populismo se desarrollo en la sociedad argentina un proceso de crecimiento de capital sin intervencionismo social y esta situación determinó la configuración de un monte crecido de reivindicaciones típicamente obreras que abarcaban al conjunto de la clase trabajadora. Demandas que le sindicato trató de satisfacer, sin éxito, hasta que entre 1944-46 por acción de definidas % estatales, esa serie reivindicativa va encontrando soluciones, como inversión de las tendencias de distribución del ingreso nacional. Sobre esta base, la mayoría de los sindicatos (viejos y nuevos) articulan una política de alianzas con un sector del aparato del Estado.

La fuerza sindical antes del peronismo.

Para 1939, alrededor del 30% de los obreros industriales está afiliado a organizaciones gremiales. Durante 1943-45 la estructura interna del sindica no se modificó sustancialmente. Pero el año 1943 se toma como un año de ruptura en el cual finaliza la etapa del sindicalismo tradicional minoritario, orientado hacia la posición de izquierda y más basado en el oficio que en la industria y nace el sindicalismo de masas, ligado al aparato del Estado, generado a través de un proceso de disolución de toda la experiencia pasada. Aunque casi hasta 1946-47 las orientaciones del movimiento obrero se hallaran ligadas a la secuencia anterior.

La ruptura se da en la diligencia tradicional, con dos conceptos a cerca de las alianzas del movimiento obrero con otras clases y grupos sociales, frente a los nuevos sindicatos. Aunque ya había una corriente dispuesta para una alianza con sectores estatales y con un grupo de propiedad industrial.

Hacia comienzos del ´40 la situación del sindicalismo desde el punto de vista de las tendencias predominantes, era la siguiente:

La CGT, que abarcaba a la mayoría de los trabajadores sindicalizados, en cuya dirección participaban socialistas, comunistas y sindicalistas.

La USA, liderada por dirigentes sindicalistas.

Sindicatos autónomos, también de orientación sindicalista.

En el periodo inmediatamente anterior al cambio de gobierno en 1943, la explotación del trabajo estaba acompañada por un aumento constante del nivel de ocupación. La coincidencia del el crecido monto de reivindicaciones gremiales (disminución de los salarios reales) y la alta ocupación, reforzó las posibilidades de acción sindical, lo que se manifestó en el crecimiento sostenido de las organizaciones gremiales y en su capacidad de movilización.

Esta creciente movilización obrera no encuentra los resultados buscados, sobre todo a partir de 1939 que la por la guerra el proceso de sustitución adquiere un nuevo impulso.

Con el golpe de 1943 los sindicatos, que estaban divididos: CGT1 que pregonaba la autonomía partidaria, y CGT2, que tenía relación a una estructura partidaria, tenían una posición expectante, no-opositora. Sin embargo son intervenidos.

El 27 de octubre de 1943 el Coronel Juan Perón es designado Director del departamento Nacional de Trabajo. En 1943 la CGT1 y otros sindicatos se reconstituyen. Ese mismo año se crea la secretaria de trabajo y previsión, con Perón como titular. A partir de ese momento habría de iniciarse una nueva etapa en las relaciones entre sindicatos y Estado. Se abre un proceso de orígenes donde en el plano gremial el peronismo se basara en las CGT1, la USA y la mayoría de los sindicatos autónomos.

A fines de 1943 el grupo que rodea a Perón comienza a estructurar una estrategia tendiente a lograr un pacto con el sindicalismo. El reclamo sobre el que converge la actividad sindical es el de participación obrera n las decisiones políticas (menos CGT2). En octubre de 1945, a través de la ley 23.852, cuyo art.33, inciso 6º que establecía "el derecho de las organizaciones gremiales de participar e la actividad política, ajustados a decretos y reglamentos que rigen para los partidos políticos", se satisfacen las reivindicaciones políticas de los sindicatos.

El 17 de ese mes forman el partido laborista, cuya influencia en la victoria electoral de Perón en febrero de 1946 fue decisiva. El PL estaba formado por:

Sindicatos.

Agrupaciones gremiales.

Centros políticos

Afiliados individuales.

El programa del partido era de tipo nacional-democraticos en organización política y orientación económica, claramente distributiva en materia social. Pero la CGT explica su vinculación con el peronismo a partir de la obtención a través de la secretaria de Trabajo y Previsión, de reivindicaciones obreras no escuchadas.

El vuelco final de las corrientes mayoritarias del sindicato hacia el peronismo, que tiene lugar en octubre de 1945, se precipita como reacción obrera frente a una ofensiva contra sus conquistas reivindicativas por parte de los grupos de grandes propietarios industriales, agrícolas y comerciantes.

Ese es el sentido que la CGT le otorga a los acontecimientos político-militares que comienzan el 9 de octubre con la renuncia de Perón a sus cargos en el gobierno, y que culminan con el paro general y la movilización del 17 de ese mes. Pues los cambios en el gobierno parecían tomar esa decisión. El discurso del nuevo secretario de trabajo y precisión, Juan Fentanes, anunciaba una brusca modificación en las orientaciones del Estado frente a los sindicatos. Estos cambios fueron percibidos por la CGT.

El salario real iba subiendo, respaldado por una mejora en la condición del trabajo. El saldo de reformas avalaba la posición de la CGT a favor de la alianza populista y en contra de la alianza opositora de la que participó la minoría del sindicalismo.

Burguesía Nacional

El Plan Pinedo o Plan de reactivación económica de 1040 constituyo un hito importante en la relación entre el conservadurismo y los principales sectores empresariales. El plan se fundaba en la idea de que la economía del país debía preservarse ante los riesgos emergentes del nuevo conflicto internacional. La Unión Industrial Argentina acogió la iniciativa con satisfacción, pero los sectores agrarios se oponían. Con Castillo las relaciones empeoraron con el gobierno, sobre todo a partir de la disconformidad empresarial con la modificación de la ley de impuesto a los Réditos, estableciendo obligaciones tributarias que juzgaban abusivas.

Las condiciones mundiales decían, no justificaban nuevos impuestos, dado que lo urgente era consolidar las empresas locales y no quitarles recursos, para así prepararse mejor para la defensa económica. El sector empresarial más fuerte se concentra en la UIA (unión industrial argentina), ligada a la industrialización temprana dirigida por hacendados ligados al capital extranjero y que concentraban la mayoría de la producción industrial del país.

Un sector minoritario se concentraba en la CGE (Confederación General Económica). La primera, llamada burguesía internacional, la cual por su estrecha vinculación ideológica y económica con el exterior, siempre había mantenido una actitud hostil al gobierno de Perón. Pero a parte de ese grupo dominante, existía la burguesía nacional, que recibió con buenos ojos la política económica de Perón y la apoyó sin reservas. Este grupo de industriales, con motivo del conflicto de la UIA con el gobierno, a comienzos de 1945, se había separado de la organización central y había intentado establecer contactos con Perón. Su más importante exponente era M.Miranda, ministro de economía de Perón entre 1946-49.

Esto se dio por el nuevo rumbo del gobierno, orientado hacia la apertura y consolidación del mercado interno, lo que favorecía a este sector industrial, la empresa pequeña y mediana de las provincias argentinas que sólo producían para el mercado nacional. Son empresas que experimentaron un rápido desarrollo mientras se prolongó el cierre de las importaciones entre 1940-45. Las medidas de estímulo y protección adoptadas por Perón no favorecieron a todos los industriales en la misma medida; beneficiaron, sobre todo, a un determinado grupo, la pequeña burguesía. "Esos industriales no disponían por entonces de un órgano propio que representara sus intereses, esto revela la falta de canales institucionalizados a través de los cuales pudieran llegar al gobierno con sus ideas y aspiraciones. Luego se conformarían en la CGE, con ayuda del Estado."

Perón apostó al mercado interno y a una posible tercera guerra mundial (error estratégico), por ello tomó la decisión de apoyar a este sector económico. Con el bloque a Argentina por parte de EE.UU, al no haber habido colaboración del país con los aliados, otro plan económico hubiera sido muy difícil.

Con el Plan Marshall, USA inundó el mercado con cereales subsidiados y la participación Argentina disminuyó drásticamente. Vender cereales fue cada vez más difícil y vender carne, menos interesante. La consecuencia fue una reducción de la producción agropecuaria que se acompaño de un crecimiento sustantivo de la parte destinada al consumo interno.

El fin de la guerra, que había permitido el crecimiento de sectores industriales marginales como el argentino, planteaba distintas opciones. El sector industrial tradicional, adoptó las ideas del plan Pinedo, estimular las industrias naturales, capaces de producir eficientemente y de competir en los mercados externos, asociarse con USA para sustentar su crecimiento y a la vez mantener el equilibrio entre el sector industrial y el agropecuario.

Esta opción era difícil, no sólo por recomponer las relaciones con USA o recuperar los mercados agropecuarios, sino también porque suponía una fuerte depuración del sector industrial, eliminar el segmento menos eficiente crecido durante la guerra al amparo de la protección natural que ésta generaba y afrontar los costos de absorción de la mano de obra que quedaría desocupada. Una segunda alternativa había sido planteada por grupos de militares durante la guerra, y recogía tanto motivos estratégicos de las FF.AA como ideas que arraigaban en el nacionalismo: profundizar la sustitución, extenderla a la producción de insumos básicos, como el acero o el petróleo, mediante una decidida intervención del estado y asegurar la autarquía.

Perón optó por el mercado interno y la defensa del pleno empleo, con el Primer Plan Quinquenal y el proyecto de la empresa siderúrgica SOMISA. Se trataba de una "cadena de felicidad" que pudo financiarse por la existencia de abundante reserva de divisas, acumulada durante los prósperos años de guerra y que permitió en la posguerra un acelerado, desenfrenado y poco eficiente equipamiento industrial. Con la creación del IAPI (Instituto argentino de promoción del intercambio), se monopolizó el comercio exterior y se transfirió al sector industrial y urbano ingresos provenientes del campo. El sector industria llegó a convertirse en el elemento dinámico de la economía, hacia 1945, la contribución de la industria al PBI era superior al del sector agrícola.

Las Fuerzas Armadas.

Para las elecciones de febrero de 1946 Perón se baso en dos fuerzas no tradicionales y ahora poderosas: los militares y el movimiento obrero. El movimiento obrero era una fuerza cuya capacidad para ofrecer apoyo político a un gobierno electo era comparable a la capacidad de los militares para derrocarlo.

Por lo menos la mitad de los generales en servicio activo en enero de 1946 eran hijos de inmigrantes, nacidos en el área metropolitana de Buenos Aires en su mayoría. Fue la actitud de estos oficiales de combate la que determinó el papel del ejército como fuerza política. Pero había una división interna con respecto a los objetivos de Perón. La división se puso de manifiesto en el infructuoso intento de terminar con la carrera política de Perón en octubre de 1945. A pesar de que los opositores más activos habían sido declarados en disponibilidad, los altos mandos del ejército no poseían una visión claramente positiva hacia Perón, sino que eran en su mayoría neutrales, que abogaban por mantener el equilibro interno y ser una institución independiente. Aunque muchos generales estaban comprometidos en la política de uno u otro lado.

El general Farrel quería, por un lado terminar con el gobierno militar y ofrecer unas elecciones con garantías constitucionales de legalidad y por otro, crear las condiciones más favorables para el triunfo de Perón. Farrel estaba preparado para convertir a sus cargos en parte de la maquinaria electoral de Perón. El principal instrumento era la secretaría de trabajo y previsión, desde donde se proporcionaba financiamiento para el partido laborista y la organización básica para la campaña. También los adictos de Perón se encontraban en las administraciones provinciales, quienes utilizaban su autoridad administrativa para desalentar la campaña opositora. También intervino en esto las leyes de radiodifusión, que daban espacios a los partidos para que expresaran sus propuestas. A pesar de todo esto, el triunfo fue muy legal, la gente se volcó a los padrones a votar por la persona que les dio participación y trabajo.

Luego del triunfo Perón trató de neutralizar las FF.AA como fuerzas políticas, satisfaciendo sus exigencias profesionales (armas, mejoramiento en las condiciones de vida en los cuadros, etc.). Además, las FF.AA ampliaron su competencia, con la Dirección General de Fábricas Militares, donde por la ley 12987 de 1947 se les confiaba la ejecución del primer plan argentino de producción de hierro y acero. Así, también rápido aumento de sueldo y de tropa, reglamento más favorable para los ascensos. Las penetró ideológicamente, con el concepto de Nación en Armas, las FF.AA debían mantener la lealtad a la nación y prescindir de la política cotidiana. También lo hizo con la Iglesia, donde predominaba la tonalidad nacionalista e integrista de la acción eclesiástica, cuyos objetivos coincidían con el nuevo régimen.

A partir del 50 las cosas empiezan a cambiar, en el ´51 se evidencia con el golpe del general Menéndez. La causa principal del descontento era el estilo cada vez más represivo de la pareja gobernante (Eva Perón era un punto de conflicto) y el intento de dividir a la nación en dos, peronistas y no peronistas.

Así como al comienzo habían apoyado las reformas sociales de Perón, pues esperaban que éstas contribuyeran aliviar las tensiones sociales y a producir la unidad nacional, ahora contemplaban con creciente disgusto el tono polémico, de lucha de clases, que se incorporaba a la política, especialmente a través de los discursos de Eva Perón.

Alianza de clases: condiciones.

La forma en que se produjo el crecimiento industrial en la Argentina, dadas las condiciones de dependencia frente a los centros imperialistas y al control que ejercieron las capas sociales y grupos políticos ligados a la tierra, trajo como consecuencia el desarrollo de fuerzas internas no obreras, cuya presencia obligó a cambiar en el nivel político y social, el plano de las coaliciones clásicas y a pasar de un enfrentamiento de propietarios y trabajadores a un realineamiento de fuerzas que cortó verticalmente a la sociedad y se cristalizó en nuevas formas de alianzas de clase elaboradas a partir de la coincidencia en un proyecto más amplio de política nacional.

El proceso de crecimiento del capital dependiente crea condiciones para convocar la participación de sectores populares provocando cambios y rupturas en los propios sectores populares y obligándolos a sucesivos replanteos en el sistema hegemónico. Su movilización es canalizada por un movimiento tipo nacional popular en lugar de ser integrados a través de canales de tipo "democráticos representativos" al estilo europeo.

En el peronismo, si bien el movimiento obrero es integrado en el estado, los sindicatos, en la medida en que como aparato institucional son preexistentes al gobierno populista, cumplen con una función de mediación entre el trabajo y el poder político que les es abiertamente reconocida.

En el comportamiento obrero hay 3 etapas:

Etapa de estructuración.

Etapa de control del poder

Etapa de pérdida del control del poder.

La nueva elite que propone un proyecto populista se encuentra con una clase obrera ya organizada, a la que le propone una alianza

El populismo se consolida en el poder, gracias a esa coincidencia de proyectos. La clase obrera irá perdiendo autonomía en pos de la estructura política.

Cuando el peronismo es despojado del poder, el movimiento nacional popular queda anclado en las organizaciones gremiales.

Entonces para Portantiero, el peronismo es una experiencia de nacionalismo popular que llega al poder cuando lo substancial del proceso de sustitución de importaciones esta ya realizado. Se trató de un proceso de industrialización no dirigida desde el Estado por sectores medios industriales, sino por una elite representativa de los grupos más poderosos de hacendados ligados a la exportación. Por ello el bloque de poder preperonista no era el oligárquico tradicional, sino resultaba de una alianza de la oligarquía ganadera más privilegiada con el propietario industrial internacional. Ello surge de la fragmentación en el sector propietario agrario. Los ganaderos desplazados –anti industriales- se inclinan hacia los principales partidos opositores, como la UCR y el partido demócrata progresista.

Los nuevos industriales subsidiados que proliferan a partir de las circunstancias excepcionales de la guerra, pero que requieren que el Estado siga protegiéndolo una vez finalizada esta y el grado de organización de esos industriales para la defensa de sus intereses inmediatos eran mínima, así como el eco que pudieron encontrar en los partidos tradicionales, los lleva a unirse en alianza al movimiento obrero. Se forma así esta constelación de fuerzas sociales a los que hay que sumar, por el papel desencadenante que jugarían en el proceso, a las FF.AA. En un momento de estructura social particularmente compleja del que despegará el nacionalismo popular consideradamente más plural y, a la vez, más articulado en alianza entre clases y sectores de clases, en cuyo fondo operan los datos de un crecimiento considerable.

La participación obrera era condición necesaria para llevar a cabo el proyecto hegemónico de las clases propietarias, para la visión de Murmis y Portantiero. Principalmente a la que agrupaba a los industriales menos poderosos y la burocracia militar y política que representaba:

Obreros como consumidores que harían sobrevivir la industria de mercado interno y obreros identificados con el régimen político, ante las necesidades de legitimación política que tenia la elite estructurada alrededor del movimiento militar de junio del ´43 que tras un intento fracasado por lograr el apoyo de agrupaciones tradicionales (especialmente de los radicales) solo pudo encontrar como base de su legitimidad la movilización de las clases populares.

Esta situación es la que hace viable una alianza interclases como la expresada en el peronismo.

El papel del Estado en la alianza de clases y su hegemonía.

El estado aumenta sus roles respecto a la estructura social. Pasará a ser la expresión de la creciente complejidad de las relaciones económicas, reflejando así la diferente articulación de la estructura de estas, a partir del crecimiento industrial.

La complejidad desplegada en esta dimensión refuerza las tendencias del estado hacia la autonomía, pues su rol principal ya no es traducir los intereses de una clase dominante de origen agrario, sino la relación de esos intereses con los de las otras clases propietarias estructuradas alrededor de la acumulación de capital industrial.

El estado se realiza así como equilibrador dentro de un bloque de poder complejo, como moderador de una alianza objetivamente estructurada alrededor de los intereses comunes de diferentes clases. Es estado es el factor de mediación que armoniza las orientaciones particularistas, constitutivo de una orientación universalista.

Surge el Estado benefactor para conciliar legitimación con acumulación, garante del derecho social. Una legitimidad basada en las respuestas del Estado a las demandas de la sociedad, el distribucionismo y el liderazgo carismático. El Estado adquiere un rol central, interviene en el mercado con un papel activo en producción de insumo básicos, en créditos industriales, etc. Es un Estado garante, asignador de recursos con políticas intervencionistas, motor del desarrollo.

Crisis que viene a solucionar el peronismo y sus estrategias definidas.

Como ya vimos, para el 4 de junio de 1943 el país se encontraba en medio de distintas crisis, de tipo legitimista, de identidad, de distribución y de participación de la ciudadanía en las decisiones políticas. El régimen peronista vino a solucionar estas crisis mediante ciertas estrategias definidas.

Ante la crisis de legitimidad, dio al sistema político una nueva función y dimensión social, al desligarlo de los grupos privilegiados y colocarlo al servicio de sectores más amplios de la población y favorecer el desarrollo integral de la sociedad.

Difunde una conciencia nacional generalizada. Dar a todos los argentinos una orientación común de pensamiento. Mediante un discurso lleno de pragmatismo, con declaraciones imprecisas y generales para abarcar una mayor cantidad de clases sociales. Argentina, con una posición definida en el mundo (tercera posición, no-alineamiento). Esto proporciona a las masas un sentimiento de pertenencia a la nación y orgullo nacional. A esto se le suma una campaña de adoctrinamiento, cerrando a su paso el lugar para ideologías marxistas en el sector obrero.

Devuelve al sistema político su posición y función central en la sociedad.

Ante la crisis de distribución y participación, el aporte de Perón fue a la movilización política de las clases bajas. Había un abismo entre ricos y pobres. Perón comienza con las reformas sociales del ´49, con medidas y leyes, estatutos (referentes a las condiciones de trabajo, a la protección contra accidentes y enfermedades, vacaciones pagas, jubilación, etc.). También se introduce la capacitación obrera.

Se le suman los decretos de defe3nsa al consumidor (precios máximos a productos alimenticios de primera necesidad, congelamiento de alquileres, asistencia al menor, etc.). Con la fundación Eva Perón se dignifican las condiciones de vida obreras, con hospitales y escuelas públicas, plan de viviendas, etc.; es decir, el mejoramiento de la situación material de los estratos más bajos. Cambia el sentido de la política, que antes era la encarnación del sector dominante.

Al ver escuchadas sus demandas y que ejercen fuerza sobre el gobierno, en las clases populares se despertó el deseo de participar en las decisiones políticas (movilización) por su creciente participación en elecciones, en organizaciones laborales, el voto femenino, el voto directo de presidente y senador, frenando así los intentos de emancipación política. La idea de Perón era mejorar la distribución, pero una consecuencia de esto fue la expansión de la consciencia política, la participación.

Por último, ante la crisis de dependencia, reaccionó contra ella, con medidas de gobierno que contribuyeron a disminuir la dependencia económica y desarrollar la industria nacional. Aunque fueron tentativas superficiales y poco sistemáticas. Podría haberse hecho más con la excelente situación en la que estaba el país en la posguerra. No impulsa tanto la industria, pues creía en la iniciativa propia, solo procuró corregir las desviaciones producidas pero el rápido desarrollo.

Si se intensificó el control estatal sobre la transacción económica y financiera (IAPI) y financiera. Canceló la deuda externa, compró a compañías extranjeras las empresas de servicios (teléfonos, ferrocarriles, electricidad) y nacionalizó las riquezas del subsuelo (YPF). Procuró leyes de producción y estímulo industrial. Estatizó el Banco Central, y estuvo a cargo de la exportación de cereales.

Política exterior peronista: la tercera posición.

La primera enunciación de la Tercera Posición se encuentra, tal vez, en el discurso que pronunciara el presidente Perón el día 28 de noviembre de 2946 en el Teatro Colón de Buenos Aires, donde manifestó lo siguiente:

"El capitalismo, señores, en el mundo es muy retaceado... Los demás comienzan a evolucionar hacia nuevas formas. El sistema estatal absoluto marcha con la bandera del comunismo en todas las latitudes y parecería que una tercera concepción pudiera conformar una solución más aceptable, en que no llegaría al absolutismo estatal ni podría volver al individualismo absoluto del régimen anterior."(Discurso del presidente Perón, pronunciado en el teatro Colón, el 28 de noviembre de 1946).

En el pensamiento de Perón, la primera guerra mundial había reducido a unas pocas el número de potencias, pero, como resultado de la segunda gran conflagración, sólo emergían en el escenario internacional dos poderes hegemónicos alrededor de los cuales se organizaría la división del mundo en dos bloques opuestos por sus preferencias de orden ideológico, sus sistemas económicos e intereses de poder.

Desde los primeros momentos de su gestión de gobierno, fue perceptible una política exterior que, a diferencia de lo que ocurría en la mayoría de los países latinoamericanos, resistía a aceptar la legitimidad de la pretendida alineación del continente americano al lado de los intereses políticos, económicos e ideológicos de los Estados Unidos. Desde su participación en la Conferencia Interamericana de Río de Janeiro en 1947, donde se discutió y sancionó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, hasta las reuniones que en 1954 trataron el caso de Guatemala, la política argentina se formuló en función de la Doctrina de la Tercera Posición. El presidente Perón, en sucesivas oportunidades reiteró su rechazo a aceptar la división del mundo en dos zonas o esferas de influencia que consagrarían una visión maniquea del mundo.

La Tercera Posición va mas allá de una mera enunciación de política exterior, pues de acuerdo con sus numerosas formulaciones tiene por objeto ofrecer una doctrina superada de los dos principales sistemas políticos y económicos que se presentan como opciones desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial.

La Tercera Posición pretendió superar las divisiones y oposiciones que separan a las naciones en grupos de confrontación y competencia. Tanto es así, que Perón nunca dejó de tener en cuenta que los intereses espirituales y materiales de nuestro país se hallaban junto a occidente. Puso énfasis en los esfuerzos tendientes a la unidad política y económica de América latina; mantuvo un vínculo muy particular con España y una posición equilibrada frente a la Unión Soviética; siempre evitó las actitudes frontales contra los Estados Unidos y las demás superpotencias de occidente.

Esta doctrina no se concibió como algo estático, sino dinámico y superador. Dijo Perón, "somos anticomunistas porque los comunistas son sectarios, y anticapitalistas porque los capitalistas también lo son. Nuestra tercera posición no es una posición centrista". (Discurso del presidente Perón ante la Conferencia de Intelectuales, 2 de mayo de 1950).

Este tercerimo constituyó un movimiento antiimperialista que se manifestó fundamentalmente en América latina y no debe ser identificado exclusivamente con ningún sector político en especial, ya que este concepto puede aplicarse a variadas expresiones políticas. Sus rasgos distintivos son un marcado antiimperialismo especialmente con referencia a EE.UU en razón de la hegemonía que este país ejerció, y ejerce en Latinoamérica, un definido neutralismo y una adhesión a los regímenes democráticos.

Tercerismo no es sinónimo de no-alineación. Este último movimiento involucra exclusivamente a los gobiernos de los países del Tercer Mundo, en tanto que el primero fue, principalmente, la expresión de agrupaciones o de intelectuales, y su acción se desarrolla fundamentalmente durante la guerra fría, la que una vez concluida determino el decaimiento de los grupos terceristas.

La caída del peronismo

Todo comenzó con una crisis entre Perón y la Iglesia. La fundación del Partido Demócrata Cristiano marcó el desarrollo del conflicto, que rápidamente llevó a la caída del gobierno. No era un conflicto inevitable, fue un error político que evidencia la pérdida progresiva de capacidad política del líder. La comunidad organizada, como él la organizó, mejor dicho, cobró dinámica propia, ejecutada por sus funcionarios, que ya marchaba independientemente de la voluntad de Perón.

El ejército, al principio resguardado en su independencia y profesionalidad, se había salido de su camino y las voces disconformes eran cada vez más fuertes. Pero la Iglesia, con la que inicialmente se había establecido un acuerdo mutuamente conveniente, era fuerte, y potencialmente enemiga, unida a los representantes del viejo régimen y nuevos disidentes, quejosos de distintos aspectos de la nueva política, como el abandono de las consignas nacionalistas (mayor acercamiento a USA), era muy peligrosa.

La Iglesia era sensible a los avances del estado en el terreno de la beneficencia, a través de la Fundación, y en el de la educación. Al desagrado por el creciente culto laico al presidente de la Nación y su esposa se agregaba la preocupación por los avances del Estado en la organización de los estudiantes secundarios, en un contexto de sospechas de corrupción. Al gobierno le molestaba la intromisión de la Iglesia en la política con la Democracia Cristiana y en el campo gremial.

Perón ataca a la iglesia, demostrando la verticalidad alcanzada por el aparato político oficial: se prohibieron las procesiones, se suprimió la enseñanza religiosa en las escuelas, cláusula que permitía el divorcio vincular, se autorizó la reapertura de prostíbulos y se envió un proyecto de reforma constitucional para separar el estado de la iglesia. Muchos sacerdotes fueron detenidos y Perón comenzó así a socavar las bases de su propio poder.

La iglesia contesto con panfletos, por medio de la acción católica y alianza con la oposición que encontrara al fin una brecha en el régimen. Así mismo, la iglesia y los militares, conservaban fuertes lazos. Así es que la marina se levanta contra Perón, en ocasión de desmanes al conmemorarse Corpus Cristi. Este levantamiento fracasó, pero comienza a evidenciarse el quiebre.

El 16 de septiembre, estalló en Córdoba una sublevación militar que encabezó en general Eduardo Leonardi. Los apoyos civiles fueron muchos, especialmente entre grupos católicos, las unidades del ejército fueron escasas, la marina fue en pleno. Entre las fuerzas leales había poca voluntad y Perón había perdido la iniciativa y no manifestó la voluntad de defenderse con los recursos que disponía. El 20 de septiembre de 1955 Perón se refugió en la embajada de Paraguay y el 23 de septiembre el general Leonardi se presentó en Buenos Aires como presidente provisional de la Nación.

Conclusión.

Así culmina la segunda presidencia de Perón, socavada por sus propios vicios, el autoritarismo y la incapacidad para sostener la alianza entre clases.

Si los años de dominación peronista constituyeron una experiencia traumática para muchos grupos importantes, la sangrienta caída del régimen en 1955 así como la represión que siguió inmediatamente a la caída, exacerbaron entre los peronistas el resentimiento ya existente. En las FF. AA, el gobierno y las universidades se llevó a cabo una rigurosa depuración de todo elemento teñido por cualquier clase de asociación con el régimen anterior. "Las FF.AA intervinieron los sindicatos, y muchos dirigentes gremiales, así como del Partido Justicialista, fueron encarcelados, mientras una campaña pública llevada a cabo mediante la prensa, la radio y la televisión, procuró desacreditar al gobierno anterior. En muchos sentidos, lo que ocurrió fue la inversión, exacerbada, del o sucedido durante el período previo. El gobierno no consideró que repetía los excesos del pasado, sino que más bien los corregía".

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