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Departamento GRAL. LOPEZ

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lunes, 24 de octubre de 2011

Amado está feliz

Amado Boudou es un fenómeno. El tipo canta, toca la guitarra, anda en moto, sale en las revistas, es divertido, canchero, se ríe, da buenas noticias, transmite confianza, seguridad y económicamente anda un violín. Es el yerno ideal.

Por lo tanto, yo le aconsejo a usted, amigo lector, que salga corriendo, haga un pozo en el fondo de su casa y entierre dólares o euros o yenes o moneditas de oro o lingotitos o anillitos o acciones o bonos o escrituras o fideos o haga cualquier cosa porque lo más probable es que se venga un desbarajuste padre, que es lo que suele suceder cuando un ministro de Economía canta, toca la guitarra, anda en moto, sonríe, cancherea y está feliz, en el medio del quilombo económico mundial más grande que hubo desde el crack del 29 .

Mientras acá festejamos lo bien que nos va, allá afuera en el mundo están navegando en medio de una tempestad y comiéndose un baile de novela.

Vaya previendo que el viento de popa se puede transformar en un huracán de proa y no espere que nadie venga a rescatarlo, porque, hoy en la Argentina la ola está de fiesta. Por eso es importante entender qué es lo que está pasando. Veamos.

Todo empezó cuando Alan Greenspan, que era el Marcó del Pont de los Estados Unidos pero pelado, viejo y feo, bajó la tasa de interés para incentivar el crédito y el consumo. El famoso plan “ Apple for everybody (“computadoras para todos”).

La tasa, justamente, es la ganancia de los bancos (la diferencia entre la que cobran y la que pagan). Al bajar las tasas, los bancos salieron a dar más créditos para poder seguir ganando la misma cantidad de guita porque, como todo el mundo sabe, la única variable intocable de la economía mundial es el bono de fin de año que se encanutan los capos financieros.

¿Se lo explico más fácil? Supongamos que usted tiene un negocio y vende, por ejemplo, kirchneristas . ¿Cuánto valía un kirchnerista en 2003? Carísimo. Como había poquitos, el kilo de kirchneristas valía una fortuna. Más que el de alcauciles. Usted vendía 100 o 200 kilos de kirchneristas por mes y vivía como un bacán.

En cambio ahora sobran kirchneristas. Los hay en todo el país, por lo tanto no valen nada (con todo respeto, por supuesto). Usted, para juntar la misma guita que en 2003, ahora tiene que vender toneladas de kirchneristas. Yo sé que el ejemplo es un poco gorila pero sirve a los efectos didácticos.

Lo mismo le pasó a los bancos que, en lugar de kirchneristas, venden plata cuyo costo es la tasa. Al bajar la tasa, tuvieron que prestar más plata para compensar la pérdida. De ese modo, sus ejecutivos le pudieron seguir cambiando a fin de año, el Mercedes Benz al gato.

Para colocar más plata, los bancos hicieron cualquier cosa. Por ejemplo, le prestaban guita a todo tipo que quisiera comprarse una casa, tuviera o no los recursos para devolverla. El famoso plan “ housing for everybody ” (casas para todos). De ese plan, por ahora acá, olvídese.

Al 25% de inflación, no hay manera. (Esto lo decimos en voz baja, si no Moreno se enoja y te manda a decir cuánto te quiere).

Así siguió la cosa hasta que un día la gente dejó de pagar y los bancos temblaron. Entonces le fueron a pedir ayuda al presidente Bush.

Pero el tipo no les dio bola porque estaba viendo su programa favorito: “El show de Guantánamo”, un magazine que muestra, por ejemplo, unos marines ahogando a un prisionero afgano en un balde con agua y otros bloopers redivertidos . Lindo formato. Mide bien.

Por no atenderlos, se les vino en banda el primer banco: Lehman Brothers. La gente entró en pánico y corrieron todos a sacar la guita.

Entonces Bush decidió que era mejor salvar a los bancos porque si no iban a tener que poner un “corralitou”. En ese momento asumió el nuevo presidente Obama y dijo:

“El que depositó dólares recibirá dólares”, lo cual es muy fácil decirlo porque total los que fabrican los dólares son ellos mismos. Esta es la parte que, en su momento, Duhalde no entendió. Con legalizar cualquiera de las cuevas donde se hacen los dólares falsos, arreglaba el problema. Los dólares falsos eran mucho mejores que los pesos devaluados. No se avivó. Allá él.

Obama resolvió el problema de la deuda privada, pero dejó al Tesoro americano endeudado hasta las orejas. Ahora llegó el momento de la verdad: la deuda pública es impagable. La europea, la americana y la de todo el mundo (menos la nuestra porque ya los acostamos a todos antes de este lío).

Los países desarrollados tienen 4 opciones: bajar el gasto, subir impuestos, combinar ambas cosas o llamar a Rodríguez Saá . ¿Se acuerdan? “Anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa” y todo el Congreso gritaba “ ¡¡Argentina, Argentina! ” En este caso sería: ¡Estados Unidos, Estados Unidos!

Lástima que las cámaras no enfocaron la cara de los diputados y senadores que aplaudían para poder identificarlos.

Cuánto valdría esa toma ahora, ¿no? Para evitar el default, Obama le pidió al Congreso que lo dejen endeudarse un poquito más y compensar subiendo impuestos.

El Partido Republicano, que es la oposición (ellos allá tienen una cosa que se llama oposición), rechazó la propuesta y le exigió la reducción del gasto público (¿le suena?). Todo esto impulsado por un grupo de extrema derecha llamado Tea Party, y que es algo así como una fiestita de cumpleaños de Biolcatti .

Obama, en lugar de enfrentarlos, aceptó la reducción del gasto. Bill Maher y otros seguidores se enojaron con él y ahora dicen que en Estados Unidos hay dos partidos: uno que no tiene cerebro y el otro que no tiene pelotas (¿le suena?).

¿De dónde saca EE.UU. la plata para endeudarse? Se la prestan los chinos que no son ningunos giles. Saben que si la economía americana se frena, los yanquis no les van a comprar una puta zapatilla más.

Esperemos que nuestro ministro, el feliz Compañero Trovador, tenga pensado qué corno vamos a hacer si los yanquis dejan de comprarle zapatillas a los chinos y estos a su vez, dejan de comprarnos morfi a nosotros. Una Nike es a un californiano, lo que un plato de soja a un chino. Así funciona el mundo.

Si alguien cree que nos van a seguir comprando de onda nomás, se equivoca. Los chinos no son kirchneristas .

Por suerte, nada de esto nos incumbe. Todo es un gigantesco lío que pasa allá afuera, en el planeta tierra.

Durmamos tranquilos. Amado está feliz.

A lo sumo, déjese un Valium a mano. Por las dudas.

Por Alejandro Borensztein, digno hijo de Tato
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