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Departamento GRAL. LOPEZ

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jueves, 15 de diciembre de 2011

Feriados: la falacia de la ventana rota

Al leer la noticia de que el Gobierno declaró asueto el 23, 26 y 30 de diciembre , inmediatamente me acordé de aquél artículo de Federico Bastiat (1801-1850) titulado La Falacia de la Ventana Rota.



Cuenta Bastiat que un chico travieso tira un ladrillo contra la vidriera de una panadería y la destroza. El chico se escapa, sale el panadero a la calle, se acerca la gente y, luego de escuchar las protestas del panadero, alguien dijo que, después de todo, podía verse el lado positivo de esta desgracia. Reponer el vidrio costaba 100 pesos, por lo tanto algún vidriero tendría 100 pesos más. La economía del vidrio se movería y crearía más trabajo. Además, si los vidrios nunca se rompieran, ¿qué sería de la vida de los vidrieros?

En definitiva, al romper el vidrio, el chico le generó trabajo al vidriero que tendrá 100 pesos más que podrá gastar en otra cosa y así generar más actividad en otros sectores y así sucesivamente.

La cantidad de feriados que viene dando el gobierno, además de acercarse al pan y circo e incentivar la cultura de la vagancia, no crea más riqueza

En realidad, continúa Bastiat, es cierto que el vidriero tendrá 100 pesos en su bolsillo y podrá gastar en algún otro producto, pero también es cierto que el panadero tendrá 100 pesos menos. Si el chico no le hubiese roto la vidriera, el panadero tendría la vidriera y con los 100 pesos se podría haber comprado una camisa dando trabajo al camisero y generando trabajo en otro sector de la economía.

En definitiva, el panadero podría ser más rico porque tendría la vidriera y la camisa, el camisero progresaría y así sucesivamente. Pero gracias al chico, ahora solo tiene que reponer la vidriera.

La falacia de la ventana rota muestra, por el absurdo, que la destrucción de bienes no es la forma de generar riqueza. Si el chico le hizo un bien a la economía rompiendo la vidriera con un ladrillo, entonces, choquemos los autos para darles trabajo a los chapistas y mecánicos. Podemos romper los semáforos para que los fabricantes de semáforos ganen más plata o demoler nuestras casas para que los arquitectos y la construcción en general florezcan. En definitiva, destruir riqueza llevaría al progreso.

La cantidad de feriados que viene dando el gobierno, además de acercarse al pan y circo e incentivar la cultura de la vagancia, no crea más riqueza, en todo caso, con todos estos feriados, trabajan más los restaurantes, hoteles y comercios de los lugares de turismo, pero el comerciante que tiene un negocio en la ciudad vende menos, igual tiene que pagar el sueldo de sus empleados, el alquiler y demás gastos fijos.

Lo que se gasta en los lugares de turismo, deja de gastarse en las ciudades en que vive y trabaja la gente. Hay una transferencia de recursos de los centros urbanos a los lugares de turismo, pero no se genera más riqueza.

La teoría del gobierno sería: destruyamos la actividad en ciertos lugares del país para que la gente consuma en los lugares del turismo. El tema es que para consumir en el lugar de turismo, primero tiene que generar los ingresos correspondientes, justamente en los lugares que se destruye la actividad económica.

Pregunta, ¿quiénes se van los fines de semana largo? Fundamentalmente los jóvenes que trabajan porque como saben que no pueden ahorrar para comprar un departamento porque no hay créditos hipotecarios y jamás llegarán a juntar la plata para adquirir un dos ambientes, entonces, se gastan todo ayudando al auge de consumo del que tanto se vanagloria el Gobierno, cuando en realidad lo que tenemos no es un consumo sostenible, sino una explosión de consumo por desesperanza porque no vale la pena ahorrar.

No hay futuro para esos jóvenes, por lo tanto, lo mejor es aturdirse con el presente en la fiesta de consumo.

Declaremos asueto para que no se note que cada vez hay menos trabajo porque la economía ya no crece a tasas chinas

Claro, otra lectura posible es pensar en aquél dicho que afirma: si hay miseria que no se note. En una economía que empieza a enfriarse, con suspensiones de turnos, menos horas extras y menor demanda laboral, estos feriados vienen como anillo al dedo.

Detrás de estos feriados que hace pensar que en la Argentina todo el año es carnaval, declaremos asueto para que no se note que cada vez hay menos trabajo porque la economía ya no crece a tasas chinas. La santa soja y Brasil ya no empujan como antes. ¿Solución? Declaremos feriado..

Por Roberto Cachanosky

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