La adicción sexual es, en su forma más simple, una actividad sexual normal que se ha transformado en obsesiva, al punto que el comportamiento está fuera de control. La adicción sexual está catalogada como un “proceso” de adicción. En un proceso de adicción, el sentimiento eufórico —o estimulante— proviene de químicos liberados en el cerebro, en lugar de fuentes externas. La mente gradualmente se acostumbra a la liberación de estos químicos y busca continuamente los recursos para lograr esa estimulación. Esto podría provenir de la comida, la adrenalina de una competencia, colocarte en situaciones peligrosas, o por el estímulo sexual. La adicción sexual puede tomar muchas formas, desde el uso de la pornografía y la masturbación hasta repetidas relaciones sexuales, contratar prostitutas y voyerismo. En casos extremos, la adicción sexual puede involucrar asedio, violación e incluso asesinato. Las muchas formas de adicción sexual tienen una cosa en común, el comportamiento se lleva a cabo en secreto y el adicto al sexo se vuelve hábil en esconder esta vida secreta de aquellos que son más cercanos a él. La adicción sexual es un trastorno consistente en afrontar sentimientos o preocupaciones a través del sexo.
Los adictos al sexo intentan superar o evitar las dificultades de la vida mediante el comportamiento sexual. Suelen ser personas que le dedican mucho tiempo a la búsqueda y al complacer sus comportamientos o fantasías sexuales, convirtiendo este comportamiento en el epicentro de su vida. Las personas pueden llegar a esta situación por causas diferentes: por represión sexual; o puede empezar como una diversión o en la mayoría de los casos se produce por una gran carencia afectiva; o por una desilusión en la vida sexual actual, en la que no se puede llevar a cabo las fantasías sexuales que se desean. No es lo mismo una persona con un deseo sexual fuerte que un adicto al sexo. La diferencia fundamental se presenta en que el primero disfruta de sus relaciones y busca el placer en todas; en cambio el segundo sólo las usa como una conducta compulsiva y automática, sin perseguir el placer, sino sólo satisfacer una dependencia.
La pornografía juega un papel muy importante en los adictos al sexo. Para muchos adictos, la pornografía, combinada con la masturbación, se constituye como uno de los ejes fundamentales de su disfunción. La pornografía crea un mundo irreal en donde el adicto visita y crea una relación que lo condiciona a depender de fantasías y objetos para llenar sus necesidades emocionales y sexuales. Aunque es un trastorno que se da más en hombres, también algunas mujeres lo sufren, pero suele variar la causa que lo origina. En el hombre normalmente comienza con la curiosidad por cosas nuevas que le exciten; en la mujer, por contra, su causa principal suele ser la insatisfacción, que deriva en ninfomanía. La buena noticia es que la adicción al sexo tiene recuperación. Es cierto que es algo que toma tiempo y mucho esfuerzo, especialmente durante el primer año, pero con ayuda el adicto sexual puede experimentar una restauración de su vida emocional, relacional y laboral.Imprimir artículo
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