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Departamento GRAL. LOPEZ

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lunes, 24 de enero de 2011

demagogia

Uso político de halagos, ideologías radicales o falsas promesas para conseguir el favor del pueblo:
ese programa electoral es pura demagogia.


Manipulación deliberada para ganarse a alguien:
conmigo no van a valerte esas demagogias.


En la antigua Grecia, gobierno dictatorial con el apoyo popular.

Demagogia del griego, dmos, pueblo y ago, conducir. 

Demagogia nos llega directamente de la antigua Grecia: el demagogo era un gran orador y tenía habilidades para conseguir sacar adelante sus propuestas.
 
Desafortunadamente en nuestros días el término ha perdido esa connotación positiva: la demagogia es vista como un engaño al pueblo por parte de sus gobernantes; quien hace demagogia usa técnicas de dudosa legitimidad para ganarse el favor del pueblo.
 
Alberto Illan Oviedo, (ingeniero agrónomo, ha desarrollado su práctica profesional en el mundo de la comunicación) en su artículo: Roquetas de Mar, minorías y demagogia, nos ilustra el tipo de discurso que emplean con frecuencia algunos de nuestros políticos.
 
Las minorías siempre han sido agentes útiles para hacer demagogia, con un poco de propaganda simple y efectiva, una pizca victimismo, real o ficticio, y con despertar en el ciudadano la emoción más primigenia, infinidad de políticos y hombres de estado se han metido en el bolsillo centenares de miles, sino millones de votos y apoyos. A partir de ahí, se han reclutado ejércitos de burócratas que han diseñado políticas sociales cuyo máximo logro ha sido vaciar de dinero el bolsillo del ciudadano y solucionar poco o nada.

La demagogia es una estrategia política que utilizan muchos dirigentes políticos, la cual, principalmente, se caracteriza por la utilización desmedida de halagos, falsas promesas, promoción de ideas radicales, entre otras, para conseguir de esta manera la atención y el voto del pueblo.

Básicamente aquel que hace uso de la demagogia, para promover su programa político, se valdrá de la apelación a las emociones de sus receptores, los odios, deseos inconclusos, odios, sueños, temores, entre otros y serán los principales puntos que se tocarán en el camino de intentar conseguir el sí del pueblo hacia la propuesta que se sostiene, en tanto, serán la retórica y la propaganda, las principales aliadas con las cuales contará el político para transmitir su mensaje, su propuesta.

Por ejemplo, cuando a instancias de una campaña política, un candidato se ocupa preeminentemente de destacar aquellos problemas o conflictos que se desatarán de no escoger su propuesta y optar por la de su rival, con el claro objetivo de disparar el temor entre los ciudadanos, se dice que el mismo está haciendo uso de la demagogia. Asimismo, cuando también en el contexto de una campaña presidencial, uno de los candidatos promete y promete soluciones, las cuales saltan a vista no son tan simples y fáciles de resolver y que requieren de otra atención diferente a la que propone para ser resueltas, estamos ante un clarísimo caso de demagogia popular.

Muchos observadores y analistas políticos, suelen referirse a la demagogia como una degradación de la democracia y sostienen que en un punto es inevitable que en la democracia y como consecuencia de esa necesidad y aspiración por mantenerse en el poder, los políticos echen mano de este tipo de práctica. Quien primeramente la identificó como una degradación de la democracia fue el filósofo griego Aristóteles.

Entre los recursos que normalmente emplea la demagogia se cuentan los siguientes: falacias, omisiones, falso dilema, demonización, estadísticas fuera de contexto, estrategias de despiste y manipulación del lenguaje.

También, cuando en un contexto totalmente alejado de la política, alguien despliega una deliberada manipulación en orden a conseguir el favor de otro, también se habla de demagogia y quien desempeña ese comportamiento, se lo denominará como demagogo.

Por otro lado, en la Antigua Grecia, a aquel gobierno de tipo dictatorial, pero que contaba con el apoyo de la mayor parte de la población se acostumbraba a designarlo con el término de demagogia.

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