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Departamento GRAL. LOPEZ

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jueves, 13 de octubre de 2011

Alcohol y conducción * AFICHE WEB


Afiche extraído de la página Tragedia Santa Fe. El 8 de octubre de 2006 un grupo de estudiantes de Capital Federal volvían desde Chaco, de un viaje con fines solidarios, con la alegría de haber compartido su tiempo, ilusiones y amor con chicos que viven una realidad diferente. Pero 9 de ellos y su profesora perdieron la vida en un choque entre el micro en el que viajaban, conducido por alguien sin experiencia ni habilitado para hacerlo y un camión, cuyo conductor estaba alcoholizado, en una ruta no dimensionada para el tránsito que posee, suma de factores que dejó en evidencia la inexistencia de los organismos de control, y la ausencia del Estado.

Desde ese día, los padres, familiares y amigos de las víctimas luchan para ayudar a cambiar esta terrible realidad nacional, y redactaron un petitorio para reclamar a los gobernantes que la Seguridad Vial sea Política de Estado, para que nadie más muera en nuestro país por hechos de tránsito evitable
Todas las investigaciones coinciden en señalar que el alcohol, incluso consumido en pequeñas cantidades, es el agente causal fundamental en un buen porcentaje de errores de ejecución que intervienen en la provocación directa o indirecta de los accidentes de tránsito. Más concretamente, los datos epidemiológicos indican que el alcohol está implicado, aproximadamente, en la mitad de los accidentes con resultado de muerte, y en la tercera parte de los accidentes con heridos.

Son tantos los efectos negativos del alcohol en el comportamiento y en las capacidades psicofísicas de los conductores, que es muy difícil enumerarlos todos.

A continuación encontrará una síntesis de los más importantes, ordenados por áreas:

1. Incremento de las infracciones. En general, siempre se ha encontrado más presencia de alcohol en sangre en aquellos conductores que han cometido infracciones o que han provocado un accidente, que en el resto de los conductores. Entre las infracciones más comunes realizadas bajo los efectos del alcohol están: velocidad inadecuada; salirse fuera de las zonas de circulación; circular en dirección contraria; señalización incorrecta de las maniobras; conducción errática o adelantamientos inadecuados.

2. Alteraciones del comportamiento. La euforia que produce el alcohol hace que el conductor infravalore los efectos que éste tiene sobre su capacidad de rendimiento. Disminuye la percepción del riesgo, lo que hace que se tomen decisiones más peligrosas de lo habitual, disparándose las conductas descorteses.

3. Trastornos motrices. En el conductor bebido puede aparecer descoordinación motora, trastornos del equilibrio, disminución notable de la recuperación y del rendimiento muscular de todo el organismo y bajo control de los precisos movimientos que requiere la conducción.

4. Aumento del tiempo de reacción y frenada. Esta es una de las alteraciones más graves que sufre el conductor que ha bebido. Veámoslo con un ejemplo. A noventa kilómetros por hora, con una alcoholemia de cero, la distancia recorrida en metros durante el tiempo de reacción es de unos 18 metros. Con una alcoholemia de 0.8 se recorren 12 metros más.

5. Disfunciones sensoriales. El alcohol afecta a todas las funciones sensoriales especialmente a la vista, produciendo alteraciones como interferencia en la visión binocular, que impide medir la distancia y velocidad correctamente; reduce la visión periférica; dificulta la concentración visual y puede provocar visión doble; crea problemas de acomodación ocular a los cambios de luz, los colores y deslumbramientos.

6. Alteraciones en la coordinación. Es bien sabido que cuando se conduce, la coordinación entre los órganos sensoriales y los motrices -ojos, manos y pies, por ejemplo- es fundamental. Esta coordinación resulta bastante alterada, incluso con cantidades medias de alcohol en sangre.

7. Perturbaciones en el campo perceptivo. El alcohol puede hacer que se modifiquen y confundan bastante las percepciones sensoriales, provocando, por ejemplo, problemas de reconocimiento correcto de señales u otros vehículos. Se altera especialmente la percepción de la distancia y la velocidad propia y ajena.

8. Depresión general. El alcohol es un producto depresor, por lo que bajo sus efectos se produce un mayor cansancio de lo normal o incluso somnolencia, apareciendo también antes la fatiga muscular y sensorial.

No es de extrañar, según lo expuesto, ese alto porcentaje de accidentes en los que interviene el alcohol. Si en condiciones normales el manejo de un vehículo resulta ya de por si problemática, es fácil imaginar lo que puede suceder conduciendo con todas estas alteraciones, a las que podríamos añadir algunas más. No digamos si el alcohol se mezcla con otras drogas o medicamentos. Según muchas investigaciones, las consecuencias pueden ser absolutamente imprevisibles.
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