La Laguna de la Niña Encantada posee características singulares, ya sea por su extraña circunferencia de ochenta metros de diámetro perfectos, como sus paredes rocosas y su agua cristalina.
Se localiza a 200 kilómetros de la ciudad de San Rafael, a 8 kilómetros de la Villa y Centro Termal Los Molles y a unos 40km de la ciudad de Malargüe camino a Valle de las Leñas, provincia de Mendoza, su agua es muy dulce y cristalino. Un lugar espléndido.
Esta es una hermosa laguna de aguas cristalinas las cuales provienen de ríos subterráneos, el marco de la laguna son rocas volcánicas que al reflejo con el agua dan curiosas formaciones que han creado leyendas e historias a través de los años.
En Niña Encantada no está permitido pescar y si se pueden realizar caminatas, cabalgatas y safaris fotográficos.
Esta bellísima laguna de Malargüe ha sido siempre una inagotable fuente de inspiración para la imaginación popular de la zona, que rodea de misterio el lugar. Rocas basálticas negras, propias de los procesos volcánicos, hacen de mágico marco a su lecho, poblado por una enorme variedad de especies ictícolas.
Avanzando por la vieja ruta de tierra, 7 kms al noroeste de las termas de Los Molles, nos encontramos con la laguna de la Niña Encantada. Rodeada de restos de lava volcánica, este lugar de singular belleza, ha dado pie a una serie de ritos y leyendas de diversa índole.
La acumulación de lava volcánica que circunda la laguna proviene de unos cráteres que se encuentran hacia el norte. Éstos hicieron erupción en épocas geológicas recientes derramando el material incandescente sobre el curso de un arroyo que alimentaba la laguna. Aparentemente es el mismo que continúa corriendo por debajo de la maza de piedra y aporta el líquido cristalino al espejo de agua, que desborda por su costado este sobre el río Salado.
En el lugar hay un microclima que ha permitido el desarrollo de una abundante vegetación. Así, en determinadas épocas, podemos disfrutar de una interesante gama de flores. Las aves han encontrado refugio para sus nidos en los huecos de las paredes rocosas y revolotean sobre las azuladas aguas constantemente, mientras entre las algas se pasean tranquilamente las hermosas truchas, que saltan a la superficie cuando tienen a su alcance algún insecto.
LEYENDA
Esta leyenda cuenta que había una hermosísima princesa india llamada Elcha (en lengua aborigen significa espejo), reconocida en su tribu por su belleza.
Esa tribu estaba enfrentada a otra por la cual la bruja tenía simpatía.
Elcha había crecido con un compañero que no era de la nobleza pero a medida que pasaba el tiempo, crecía entre ellos un sólido amor. Enterada de ello, la bruja de la tribu convenció al padre de detener la actitud de enfrentamiento entre las tribus mediante el casamiento de los príncipes.
La princesa Elcha fue informada la noche anterior. Desesperada se lo comunicó a su amado y escaparon velozmente hacia el norte. Minutos más tarde, enterados de la huida, ambas tribus partieron en persecución al mando de la bruja.
En un momento, los jóvenes entendieron que habían extraviado el camino y siguieron hasta que los detuvo un abrupto corte de la superficie que terminaba en la laguna.
Miraron hacia atrás y la luz de los relámpagos iluminó a sus perseguidores, que estaban muy cerca. Elcha y el joven no lo pensaron y decidieron arrojarse al agua.
La primera al llegar y asomarse a la laguna fue la bruja, en el instante en que lo hizo, una poderoso rayo se descargó sobre ella, dejándola petrificada.
El resto de los perseguidores también se acercaron temerosos y vieron reflejada en la superficie, cual espejo la imagen de Elcha.
Desde entonces hasta hoy, tanto la bruja petrificada como la imagen de Elcha se pueden distinguir y es por eso que los lugareños bautizaron así esta laguna.
Existe otra versión de esta leyenda. Trata de dos tribus cuyos caciques eran enemigos. La hija de uno de los jefes se enamoró de un indio de la otra tribu, por lo que ambos fueron separados. Al ver su amor frustrado, la india lloraba desconsoladamente en la laguna que se convirtió en piedra.
También se cuenta otra historia relacionada con sirenas. Dicen que al aproximarse a la laguna se oía el canto de mujeres rubias que estaban encantadas. Ellas eran mitad mujer, mitad pez. Estas sirenas, al escuchar los más leves sonidos de personas, se arrojaban al agua y desaparecían. Pero a una de estas criaturas, muy linda y orgullosa, Dios la castigó convirtiéndola en piedra a la orilla de la laguna.
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