El Rati Horror Show es un documental que retrata la dramática historia de Fernando Ariel Carrera, el caso de un hombre común condenado injustamente a treinta años de cárcel –no por error sino de manera deliberada– a través de la manipulación de una causa judicial.
La película toma como punto central la manera en que se fraguó la causa de Fernando Carrera: la manipulación y alteración de la evidencia en el lugar de los hechos; la manipulación por parte de la instrucción policial de los testimonios de los escasos testigos llamados a declarar; la manipulación de todos los medios nacionales por parte de Rubén Maugeri, testigo clave de los hechos y presidente de la Asociación de Amigos de la Comisaría 34.
Por otro lado, mostramos cómo Fernando Carrera lleva adelante su vida diaria en la cárcel, sabiéndose él también una víctima más de los excesos policiales y de un sistema judicial que lo condenó injustamente.
Inseguridad, Policía y Sociedad
La temática relacionada a la inseguridad se convirtió en los últimos tiempos en uno de los principales problemas que enfrentamos como sociedad. Más allá de la mayor o menor presencia en los medios de las llamadas olas de inseguridad, existe una sensación generalizada de que las calles son ahora más peligrosas.
Por otro lado, la institución policial es una de las principales encargadas de controlar el crimen y el delito. Resulta interesante cómo El Rati Horror Show cuestiona el accionar de la policía, mostrando que por lo menos algunos sectores dentro de la fuerza tienen comportamientos muy alejados de lo que esperamos de una fuerza policial capaz de cumplir sus funciones. ¿Quiénes nos cuidan? ¿Quiénes patrullan las calles de la ciudad?
Los excesos
¿No resulta excesivo que la policía dispare casi veinte veces en pleno barrio, a las dos de la tarde de un día de semana, al automóvil de un sospechoso?
La tarde del veinticinco de enero de 2005, en Sáenz y Centenera, la brigada de la Comisaría 34 confundió a Fernando Carrera con dos ladrones a los que estaban buscando. Para detenerlo, le apuntaron y le dispararon sin vestir ningún tipo de identificación policial. Al sentirse amenazado por un hombre que con medio cuerpo por fuera de la ventanilla de un Renault 9 le apuntaba con un arma de fuego, Carrera intentó escapar. Los oficiales de la Comisaría 34 iniciaron la balacera sobre su vehículo, disparando diecisiete veces; uno de esos balazos dejó a Carrera inconsciente. El desenlace fue fatal: Carrera atropelló y mató a tres personas que cruzaban la calle. Cuando el auto se detuvo al impactar contra otro vehículo, los oficiales continuaron disparando. Fernando recibió en total ocho balazos, pero se salvó de milagro.
Aún si Carrera hubiera sido un ladrón escapando de las fuerzas de seguridad, ¿no resulta excesivo el accionar policial? ¿No resulta una exageración abrir fuego en la calle, en plena zona comercial de Pompeya repleta de transeúntes? Un tiro de la policía podría haber matado a algún peatón inocente. Eso fue lo que sucedió de manera menos directa: tras quedar inconsciente por un balazo en la cara, Carrera atropelló a tres peatones, entre ellos un niño de seis años. Y además, como si fuera poco, todo ocurrió a partir de un error policial: haber confundido el auto de Carrera con el de los ladrones a los que estaban buscando. El Peugeot 205 blanco con el que Carrera supuestamente cometió los dos robos y con el que escapaba de la policía estaba a su nombre. ¿No es llamativo que un supuesto ladrón salga a delinquir con un automóvil propio y con los papeles en regla?
La Justicia
El documental plantea que ante un hecho de esta magnitud, la Justicia debió encontrar un culpable y condenarlo con la pena máxima. Por otro lado, y a pesar del gran trabajo de los abogados defensores, el tribunal no consideró la hipótesis de que la policía pudo haber obrado de manera irregular para encubrir un error fatal: confundir a Carrera con un delincuente y provocar un desastre con tres muertos.
Estremece la sola idea de que oficiales de la Comisaría 34 intentaron –sin éxito– rematar a Carrera para evitar así dar cuenta de un error gravísimo. Pero Carrera no murió, y por el contrario está pagando con cárcel las muertes de tres personas inocentes que él atropelló por culpa de los policías.
Así como los familiares de las víctimas piden justicia, el documental se apoya en los argumentos de la defensa de Carrera para sostener que los responsables de la llamada “Masacre de Pompeya” fueron oficiales de la Comisaría 34, cuyo irregular accionar dio lugar a la tragedia.
La reacción popular
Como muestran las imágenes de archivo del día de los hechos, los vecinos de Pompeya expresan su repudio hacia Fernando Carrera, a quien la policía responsabilizó por las tres muertes. La espectacularidad del caso, la indignación de la gente y la versión policial se encargaron de construir la imagen negativa de Carrera: un asesino que no merece ser juzgado.
Una de las reacciones de la sociedad ante la reiteración de los hechos de violencia es el reclamo por el endurecimiento de las penas, e incluso la presión por la instauración de la pena de muerte. Como reacción a una seguidilla de crímenes violentos, a mediados de marzo de 2009 varios personajes de la farándula televisiva se manifestaron a favor de la pena de muerte, del endurecimiento de las penas, y de “terminar con la estupidez de los derechos humanos.”
El cine como herramienta social
El Rati Horrow Show no busca la confrontación sino brindar a través del caso de Fernando Carrera un panorama objetivo y crítico de la problemática de la Justicia y del accionar policial.
Además, entendemos el cine como una herramienta de incuestionable valor para poner de manifiesto cuestiones de interés para toda la sociedad, convirtiéndose en un espacio de diálogo con el espectador, con el objetivo de avivar la discusión, la crítica y la percepción de la realidad.
Por otro lado, la película pretende llamar la atención sobre el caso Carrera y motivar a las autoridades correspondientes a revisar el caso, reiniciar las investigaciones, y lograr que Fernando recupere su libertad.
De esta manera, El Rati Horrow Show es un retrato crítico de la realidad actual.
PABLO GALFRE Idea Original e Investigación Periodística
* Periodista de gráfica y TV.
* Fue redactor de la revista del diario La Nación (1996 – 2000) y productor periodístico y cronista de Endemol Argentina (2004 – 2007).
* En la actualidad se desempeña como productor periodístico de Anima Films y escribe para distintas revistas gráficas.
La Historia
El 25 de enero de 2005 Fernando Ariel Carrera, un joven comerciante de 30 años, sin antecedentes penales, casado y con tres hijos, se encontraba en su auto a pocos metros del Puente Alsina, esperando que el semáforo le diera luz verde para cruzar desde Pompeya a Lanús
Al mismo tiempo, efectivos de la Comisaría 34 buscaban a tres ladrones en un auto blanco –ese era el único dato que tenían– que en la zona habían realizado dos robos. Al ver el Peugeot 205 blanco de Carrera, los policías, dispuestos a detenerlo, se dirigieron hacia él a bordo de un auto sin sirena ni insignia alguna que los identificara como de la Policía Federal.
Lo que Carrera ve es un auto acercándose a toda velocidad con uno de sus integrantes –desaliñado, con pelo largo y barba– con medio cuerpo fuera de la ventanilla y blandiendo un arma de fuego. Temiendo ser asaltado, Carrera acelera y dobla hacia Capital. Pero ya es demasiado tarde.
El policía dispara y el impacto le da de lleno en la mandíbula, dejándolo inconsciente. Sin embargo, Carrera sigue manejando por automatismo y a bordo de su auto recorre 500 metros, atravesando la Avenida Sáenz. En el trayecto el Peugeot atropella y mata a tres personas –dos mujeres y un niño de seis años– y termina chocando contra una camioneta frente a la Iglesia de Pompeya. Los policías se bajan del auto, forman un abanico y disparan sobre Carrera. Desde el puente y hasta estos disparos finales, los efectivos policiales dispararon dieciocho veces contra Fernando Carrera. Ocho de esos disparos impactaron en su cuerpo.
Al final del día los medios habían bautizado como “La Masacre de Pompeya” a un supuesto raid delictivo en el cual unos malvivientes habían asesinado a tres personas inocentes, cuando en realidad estábamos frente a un nuevo caso de gatillo fácil y armado de causas judiciales por parte de la Policía Federal.
Finalmente, Carrera es acusado de robo agravado y homicidio, siendo trasladado al penal de Marcos Paz. Su mujer, desesperada por la situación, busca la ayuda del Programa Nacional Anti-Impunidad del Ministerio de Justicia, quienes al comprobar que Carrera efectivamente es inocente, la asesoran judicialmente.
El Dr. Federico Ravina y la Dra. Rocío Rodríguez se convierten en sus abogados defensores.
Antes del comienzo del juicio, Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel –entre otras organizaciones de derechos humanos– manifiestan su apoyo a Carrera y a su familia, avalando la teoría de la causa judicial armada.
Durante las audiencias, los abogados de Carrera desentrañan la causa armada: cuatro de los testigos que en la instrucción aparecían diciendo que habían visto a Carrera disparar, lo negaron frente a los jueces; parte de las pruebas procesales misteriosamente desaparecieron; ninguno de los damnificados por los robos reconoció a Carrera como el autor de los hechos; todos los testigos afirman no haber escuchado sirenas durante la persecución; entre otras tantas irregularidades presentes en la causa.
Estado actual de la causa
EL 7 de junio de 2007 Fernando Ariel Carrera fue condenado a 30 años de prisión. Hasta hoy sigue detenido en el penal de Marcos Paz.
En diciembre de 2009, Nora Cortiñas, Adolfo Pérez Esquivel y Enrique Piñeyro se presentaron ante la Corte Suprema de Justicia bajo la figura de Amicus Curiae (Amigos del Tribunal) adjuntando a la presentación el video que mostraba las incontables irregularidades del expediente.
Con el voto favorable de tres miembros del tribunal, se le dio vista al Procurador General de la Nación, Esteban Righi, para que dictamine si la Corte Suprema debe abocarse o no a la revisión de la causa.