Medios pelotudos, miramos la disputa de poder entre el gobierno y Clarín. Periodistas y políticos se llenan la boca con “la gente”, la “libertad de expresión”, la “república”, la “pluralidad de voces”. Son, en general, muñequitos a cuerda, a cámara, a micrófono, a buen salario, a obediencia debida. Pero, aún así, medios pelotudos, miramos.
Al ego y la vanidad de ciertos periodistas le sienta bien la épica. Hablo de los que se la creen, de los que libran cada día su heroica batalla por la independencia y luego llaman al patrón de la empresa para saber si está contento, o salen a pedir limosna, pauta publicitaria, por despachos públicos y privados. Hablo de los que ocultan o callan datos que pueden afectar a los auspiciantes, a su sector partidario, a los candidatos o funcionarios “amigos” y a la vez usan sus contactos con políticos o servicios de inteligencia para hacer “operaciones” contra los enemigos. Hablo de Página 12, de 6,7, 8 y de la basura de programas similares, políticos o de espectáculos. Hablo de todos los que cobran guita pública para defender intereses privados, pero también de los que sirven a empresas ‘periodísticas’, como el Grupo Clarín, para alabar, extorsionar o atacar a los funcionarios públicos según convenga.
Hablo de los que producen mierda, de los que malversan un oficio esencial para el buen funcionamiento del sistema democrático. El periodismo debe investigar o interpelar en nombre de los que no tienen voz y exigir información al poder - público, privado, político, económico - para retransmitirla de modo claro, completo y decente. Hablo, en suma, de los hijos de puta que resoplan mal aliento y cuando desempañan el espejo es sólo para regodearse en la imagen de su cara.
Muy pelotudos seríamos entonces si, en nombre de tipos que choreaban juntos, logran hacernos entrar en otra de sus sucias guerras. Fue Néstor Kirchner el que le propuso la sociedad al capo de Clarín, Héctor Magnetto. Te doy negocios, me das protección y títulos de tapa siempre a favor. Clarín lo hizo antes con Menem y en la suma de su poder amenazó a auspiciantes en otros medios, castigó a los competidores con el reparto de papel, hizo listas negras de políticos, de actores, de todos los que no se rendían o le daban primicias.
Pero pelotudos del todo quedaríamos ahora si pensáramos que el kirchnerismo aprobó la ley de Medios en defensa de nuestra. Con guita de todos, de los impuestos y de los jubilados, mantiene a Pagína 12, a Spolsky, a C5N, y una extensa red de canallas que sólo quieren seguir cobrando a cambio de reescribir la historia y el “relato”
Perdone el lector este tono desesperado, de panfleto, de grito, de insulto. No da el espacio ni el tiempo para más o mejor. En un país donde han robado y mentido tanto, donde la gente muere de viajar en tren, por un celular, por error, de paco, de hambre, de miseria, de maltrato, de mala praxis, de desesperanza, de desilusión, de nada, donde se muere sin sentido, sin haber vivido casi, hay que ser muy, muy hijo de puta, para hacer creer que la batalla por la imposición de una ley que reparte poder entre quienes hace ya muchos años que se lo vienen repartiendo todo, es decisiva para la construcción de algo mejor.
La condición miserable en la que se ejerce la profesión, con bajos salarios para el que tiene trabajo y siempre dependiente de que una empresa nos ceda un lugarcito, un espacio y una oportunidad para hacer nuestra tarea, no debería por eso degradar a los periodistas hasta la humillación y la indignidad de aceptar cualquier cosa por estar. Medios pelotudos seremos siempre hasta que no reaccionemos y discutamos la cuestión de fondo. Si este oficio es en verdad el “cuarto poder” del Estado, pues entonces que lo banque el Estado como al Ejecutivo, al legislativo y al Judicial. El Estado, no los gobiernos de turno.
Mientras tanto, vemos, resistimos y seguimos, medios pelotudos, medios.
CARLOS ARES. Periodista, coordinador de los medios públicos de la Ciudad.