• La imaginación está hecha de convenciones de la memoria. Si yo no tuviera memoria no podría imaginar.
• Es supersticiosa y vana la costumbre de buscar sentido en los libros, equiparable a buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas de las manos.
• La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica.
• Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo; hasta que da con su lector, con el hombre destinado a sus símbolos.
• Me gustaría ser valiente. Mi dentista asegura que no lo soy.
• Democracia: es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística.
• En mi época no había best sellers y no podíamos prostituirnos. No había quien comprara nuestra prostitución.
• La Universidad debiera insistirnos en lo antiguo y en lo ajeno. Si insiste en lo propio y lo contemporáneo, la Universidad es inútil, porque está ampliando una función que ya cumple la prensa.
• El infierno y el paraíso me parecen desproporcionados. Los actos de los hombres no merecen tanto.
• Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mi me enorgullecen las que he leído.
• No sé si la instrucción puede salvarnos, pero no sé de nada mejor.
• Quizá haya enemigos de mis opiniones, pero yo mismo, si espero un rato, puedo ser también enemigo de mis opiniones.
• El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho.
• Yo creo que de todos los géneros quizá el policial sea el más artificial, porque en verdad los crímenes no se resuelven por razonamientos, sino por delaciones.
• Yo siempre seré el futuro Nobel. Debe ser una tradición escandinava.
• Para el argentino, la amistad es una pasión y la policía una mafia.
• Repudio todo pensamiento sistemático porque todo sistema conduce necesariamente a la trampa.
• La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce.
• ¿Quién soy? Estoy tratando de averiguarlo.
• La duda es uno de los nombres de la inteligencia.
• Como ser humano soy una especie de antología de contradicciones, de gaffes, de errores, pero tengo sentido ético. Esto no quiere decir que yo obre mejor que otros, sino simplemente que trato de obrar bien y no espero castigo ni recompensa. Que soy, digamos, insignificante, es decir, indigno de dos cosas,. El cielo y el infierno me quedan muy grandes.
• En el orden intelectual soy un hombre desgarrado hasta el escándalo por sucesivas y contrarias lealtades.
• Un sistema no es otra cosa que la subordinación de todos los aspectos del Universo a uno cualquiera de ellos.
• Todas las teorías son legítimas y ninguna tiene importancia. Lo que importa es lo que se hace con ellas.
• No podría definirme como ateo, porque declararme ateo corresponde a una certidumbre que no poseo.
• Lo que más admiro en los demás es la ironía, la capacidad de verse de lejos y no tomarse en serio. Después, el valor y la humildad, siempre que no sea ostentosa.
• Una vez hecho algo, no puede valer mucho; es una obra humana con todas las imperfecciones de lo humano, pero el hecho de ejecutarla sí es interesante.
• Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real.
• Comprendí que el trabajo del poeta no estaba en la poesía; estaba en la invención de razones para que la poesía fuese admirable.
• Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en el que el hombre sabe para siempre quién es.
• Publicamos nuestros libros para librarnos de ellos, para no pasar el resto de nuestras vidas corrigiendo borradores.
• Yo nunca busco temas, dejo que los temas me busquen y yo los eludo, pero si el tema insiste, yo me resigno y escribo.
• ¿Por qué tengo que creer que un subsecretario es más real que un sueño?
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