En la bancarrota de 2001, una disposición de su Secretaría habilitó a las concesionarias de los comedores a que “adecuen los menús a la grave situación financiera”.
Cuando arreciaron las protestas y denuncias de niños mal alimentados, Filmus acuñó una de sus frases más conocidas:
“a la escuela se viene a aprender, no a comer”
(La Nación, 2/7/02).
Mientras “ajustaba” a los comedores, Ibarra “arreglaba” la deuda pública de la Ciudad “hacia arriba”.
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