A Maquiavelo se le adjudica un dicho: “Injuria pero nunca acuses, porque ésta necesita de la prueba, mientras que la calumnia no”. Eso es rumor. Porque como dice el dicho, si el río suena, es porque algo trae. Y la mayoría de las personas piensan que si se dice algo de un profesor, de un político, etc, es porque algo de verdad hay en esos dichos. En esta era de internet, de redes sociales, de la tiranía de la opinión pública, los rumores son un arma poderosa.
Si un empleado de una empresa escribe en su blog personal que la dicha empresa hace tal o cual cosa ¿por qué no creerle?, si trabaja allí. Y cualquier intento de la empresa en desacreditar esa información lo único que logrará es reforzarla. Así trabaja el rumor hoy, y siempre.
El rumor se define como especulaciones no confirmadas que se dan por ciertas con un objetivo predeterminado y que suelen condicionar las acciones de las personas.
Su sistema de propagación es tan simple que resulta complejo detener la maquinaria. Se transmiten con enorme eficiencia pues tienen un enorme potencial manipulador; y es que las personas tendemos ajustar nuestra propia visión del mundo a la percepción que tienen los otros de éste.
Los rumores se difunden por cascada de información, un tipo de dinámica de contagio. Cuánto más gente crea determinada información, más personas tenderán a creerla. Y también por polarización de grupos. Esta última es una dinámica de propagación poco común pero muy eficaz. La polarización funciona a partir de pensamiento afines; un grupo liberal tenderá a creer cierta información mientras que a un grupo no liberal podrá parecerle ridícula esa información.
Esto sucede mucho en las organizaciones entre los directivos y los sindicatos.
La soluciones son pocas y de muy difícil aplicación. Son todo un desafío para las áreas de comunicación. En general se tiende a pensar que con más información verdadera se suplanta la información falsa y así se podría cambiar la percepción de la gente. Pero existe un pequeño problema: los prejuicios. Las informaciones verdaderas suelen ser más difíciles de creer porque las falsas se suelen ajustar más (por el grado de generalidad) al sistema de pensamiento de las personas. Esto hace que corregir una información falsa sea, a veces, contraproducente, fortaleciendo los rumores.
Un estudio divulgado por la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), concluyó que el rumor sería más poderoso que los hechos comprobados para determinar la opinión que los seres humanos tenemos de alguien. Esto no quiere decir que sea imposible corregir esta información falsa, hay muchos ejemplos donde una buena acción de contra comunicación fue exitosa. De hecho muchas veces el rumor es una buena herramienta para recabar información.
Uno de los mayores peligros de los rumores es que genera conductas positivas o negativas; refuerzan los grupos, condicionan la cooperación entre personas, afectan la reputación, la imagen y sobre todo, pone a las personas a gestionar su derecho ciudadano de decir lo que piensa con suma responsabilidad e inteligencia.
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