10 de diciembre de 1983. Lugar: balcón del Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires, hablaba allí Raúl Ricardo Alfonsín en su asunción como Primer Presidente Democrático luego de la terrible dictadura militar que asoló nuestro país.
Este es un pequeño homenaje que pretende mostrar para aquellos que no lo vivieron, aunque tal vez no alcance, el significado de esperanza democrática, del triunfo de la vida sobre la muerte, que aquel hombre encarnó en ese contexto histórico, el significado de una nueva era, que hoy ya tiene 25 años.
Errores, aciertos, como todo es susceptible de reflexión, y crítica, lo único que no puede negarse era la vocación que sostuvo, y con ella el mensaje subyacente en cada una de sus palabras: logramos volver a la democracia, pero madurar nuestra democracia sólo es posible con la unidad del pueblo...
Depende de nosotros, no de un sólo hombre, sino de toda una sociedad que ese mensaje sea una realidad palpable al fin y por siempre... y ese, es tal vez su mejor legado.
“Compatriotas: Iniciamos todos hoy una etapa nueva de la Argentina. Iniciamos una etapa que sin duda será difícil, porque tenemos todos la enorme responsabilidad de asegurar hoy y para los tiempos la democracia y el respeto por la dignidad del hombre en la tierra argentina.
”Sabemos que son momentos duros y difíciles, pero no tenemos una sola duda, vamos a arrancar los argentinos, vamos a salir adelante, vamos a hacer el país que nos merecemos. Y lo vamos a poder hacer, no por obra y gracia de gobernantes iluminados sino por esto que la plaza está cantando, porque el pueblo unido jamás será vencido.
”Una feliz circunstancia ha querido que este día en que los argentinos comenzamos esta etapa de 100 años de libertad, de paz y de democracia, se el Día de los Derechos Humanos. Y queremos, en consecuencia, comprometernos una vez más: vamos a trabajar categórica y decisivamente por la dignidad del hombre, al que sabemos hay que darle libertad, pero también justicia, porque la defensa de los derechos humanos no se agota en la preservación de la vida, sino además también en el combate que estamos absolutamente decididos a librar contra la miseria y la pobreza en nuestra Nación.
”Este es un saludo nada más, y no hubiera sido completa la fiesta de la democracia argentina –por lo menos para mí- si no hubiera contado con la posibilidad de encontrarme nuevamente con ustedes para ratificar una vez más que soy el servidor de todos, el más humilde de los argentinos.
”Me comprometo nuevamente a trabajar junto con todos ustedes para concretar los objetivos que hemos pregonado por toda la extensión de la geografía argentina, y hacer ciertos esos objetivos que los hombres que nos dieron la nacionalidad nos presentan como un mandato que ahora sabemos está al alcance de nuestras manos.
”Entre todos vamos a constituir la unión nacional, consolidar la paz interior, afianzar la justicia, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que deseen habitar el suelo argentino”.
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