Por primera vez en la historia Juan Perón hizo lo que jamás soñó: insultó y cargó contra miles de sus partidarios. Por primera vez en la historia miles de peronistas hicieron lo que jamás imaginaron: desairaron a su líder, abandonaron la plaza de los grandes atardeceres de gloria y dejaron a sus espaldas un hueco que no llenó nada ni nadie.
El 1º de mayo de 1974, hace treinta años, con dos palabras, "imberbes" y "estúpidos", Perón rompió lanzas con aquella "juventud maravillosa" a la que encomiaba en todo desde el exilio y que, desde finales de los años sesenta se había convertido en protagonista de la resistencia que luchó durante dieciocho años por devolverlo al país. Pero una cosa era el exilio y otra el poder. Nadie mejor que Perón sabía de estas cosas.
Aquellos jóvenes encolumnados detrás de lo que llamaban, con desparpajo y encanto, "la gloriosa JP", o miembros activos de la guerrilla "Montoneros" parecían no comprender lo que Perón tenía claro: había que gobernar la Argentina , y no decirle a Perón cómo gobernar.
Amigo de las parábolas, el General lo había puesto blanco sobre negro con una de aquellas célebres sentencias suyas hechas de cemento armado: "No es hora de gritar 'La vida por Perón' Es hora de defenderlo", había dicho en un intento por disciplinar a los díscolos.
Los díscolos habían soñado un Perón revolucionario. Era un sueño apenas del que despertaron con la celeridad y el candor de los veinte años, para acomodar las ilusiones en el rellano desahogado que le adjudicaba al Presidente las cualidades estratégicas de Aníbal. Pero no soportaban el giro a la derecha de un peronismo al que también soñaban diferente, ni a José López Rega, el poderoso ministro de Bienestar Social al que le adjudicaban, con razón, intenciones y acciones criminales. Y tampoco a la vicepresidenta, María Estela Martínez de Perón, en quien intuían un quimérico deseo de parangonarse con la mítica Evita.
En aquel 1974 la Argentina era un vendaval. Quien lo vivió, lo sabe. El acto del 1º de mayo no fue sino la ratificación de una decisión tomada por Perón mucho antes, tal vez el día de su segundo retorno al país, entenebrecido por la masacre de Ezeiza; tal vez cuando Montoneros asesinó a uno de sus hombres más fieles, el secretario general de la CGT, José Rucci; tal vez cuando los embates de la guerrilla marxista del ERP, con la que Montoneros y la JP mantenían "diferencias" sin decidirse a la ruptura total.
En aquel 1º de mayo, la ilusión de que el carisma del viejo general fuese capaz de contener en su abrazo a la izquierda peronista, a Montoneros y también a los poderosos gremios con la Unión Obrera Metalúrgica a la cabeza, estaba hecha añicos. Y la JP ya no entraba en los planes de Perón.
Para colmo, en aquella tragedia de desencuentros, la Plaza de Mayo amaneció aquel miércoles repleta de pequeños carteles aferrados a los árboles y cargados de insultos hacia Isabel Perón. Alguna vez el entonces jefe del Regimiento de Granaderos, coronel Jorge Sosa Molina, confió que aquellos insultos de papel, más los que coreaba el grueso de la JP en la Plaza, fueron los que sacaron de quicio al Presidente. El General, que rehuía hablar de sí mismo, prefería en cambio identificarse con las altas metáforas: "Cuando los pueblos pierden la paciencia, suelen hacer tronar el escarmiento", decía. Y él había perdido la paciencia.
A las cinco de la tarde Perón, desencajado, escuchó la copla zumbona que subía de la Plaza: "Qué pasa, qué pasa / qué pasa General / que está lleno de gorilas / el gobierno popular" . Arrancó con su discurso y, como sabía adónde pegar, lanzó aquellos dos jirones de despecho que jamás fueron dichos en esa única frase que acogió la historia. (Ver Las polémicas...). Fue suficiente. Desolados, enfurecidos, huérfanos, JP y Montoneros dieron la espalda a Perón y dejaron la Plaza.
En aquella danza de imposibles de aquel día, Perón terminó su breve discurso con un anhelo "(...) espero poder verlos de nuevo en esta plaza el 17 de octubre." Tampoco pudo ser. El viejo General murió dos meses después.
Y ya nada volvió a ser nunca igual.
Imprimir artículo
No hay comentarios:
Publicar un comentario