De la misma manera en que existe una ciencia y un arte de la educación, puede decirse que existe una ciencia y un arte de la política. Ello se debe a que está disponible información acumulada por las distintas generaciones humanas, mientras que la transferencia y selección de la misma estará a cargo de los distintos comunicadores sociales y de los líderes políticos, de cuyas aptitudes personales dependerá el éxito de esa empresa.
Para bien o para mal, no todo líder político tendrá la posibilidad de establecer una identificación con el pueblo. Tal proceso ha sido descrito por Humayun Kabir en referencia al escritor hindú R. Tagore: "La aparición de un genio nunca puede explicarse, puesto que el genio es por naturaleza una excepción a la regla general. La función del genio es la de hallar la expresión de las emociones e ideas que vivifican el espíritu inconsciente y subconsciente de la colectividad. Entre el genio y el pueblo se establece un vínculo, lo cual explica la admiración y el asombro con que se le acoge, pasados los primeros instantes de sorpresa. Sus palabras y sus actos encarnan sentimientos y aspiraciones vagamente sentidos que nunca pudieron manifestarse antes. Al genio también le favorece esa relación: su fuerza y energía derivan precisamente de los sentimientos inexpresados y de las vagas aspiraciones que abriga la mente del hombre común" (De la Introducción de "Hacia el hombre universal"-de R. Tagore-Ediciones Sagitario SA-Barcelona 1967).
En los procesos políticos, los líderes captan y estimulan algunas de las pasiones que dominan las mentes y los corazones de los hombres, pero no siempre tales pasiones permitirán construir una sociedad mejor, ya que a veces podrán ser destructivas.
De los ejemplos que nos brinda la historia, podemos extraer dos casos opuestos y extremos, que corresponden a dos líderes políticos del siglo XX que han sido promovidos a la categoría de ejemplos para las nuevas generaciones. Tales son los casos del Mahatma Gandhi y el del guerrillero Ernesto Che Guevara.
La lucha de Gandhi estuvo asociada principalmente a la India, país que fuera colonizado por el Imperio Británico durante muchos años. En ese tiempo aparecieron, como siempre ocurre en estos casos, dos alternativas para lograr la libertad nacional: por medio de las armas y la violencia, o bien por medio de la resistencia pacífica y del mejoramiento ético individual. Tal fue el camino elegido por Gandhi quien finalmente logró la independencia de su país, que contaba en ese entonces con más de 300 millones de habitantes.
Muchas fueron las dificultades que tuvo que afrontar. Una de ellas, fue la división religiosa interna de la sociedad hindú, principalmente entre musulmanes e hinduistas. La fuerza del amor y la verdad, predicada por Gandhi, tuvo que predominar sobre la fuerza disolvente del odio. El amor es la actitud por la cual compartimos las penas y las alegrías de nuestros semejantes. Constituye el fundamento de toda sociedad y es la actitud que hace predominar la cooperación sobre la competencia.
En una sociedad libre, no debe buscarse el predominio de un grupo sobre otro, sino la armonía y la adaptación de ideas y creencias distintas. Enrique de Gandia escribió: "Lo que lo indignaba era el trato inhumano que la mayoría de los ingleses daba a los hindúes y a la gente de color. Las diferencias y los odios de razas no podían ser mayores. Gandhi sufrió humillaciones dolorosas. Su vida de político no comenzó, pues, en la India, sino en Sud África, y no fue en defensa de su pueblo, sino de todos los pueblos humillados, oprimidos, que tenían la desgracia de no ser blancos. Gandhi aparece, así, como un demócrata y un liberal perfecto, un luchador de la igualdad de todos los hombres, un antirracista convencido y un defensor de la fraternidad humana" (Del prólogo de "El Mahatma y el mundo" de K. Shridharani–Editorial Claridad SA-Buenos Aires 1963)
Para que el hombre pudiera sentirse independiente de otros hombres, Gandhi sugería vivir con un mínimo de necesidades materiales. Para ello debía previamente acrecentar los valores espirituales e intelectuales, por lo que predicaba el mejoramiento individual para hacer de la India un pueblo fuerte y pudiera así lograr su independencia.
Eran épocas en que los países europeos no pudieron seguir manteniendo bajo su dominio a varias de sus colonias. Florencio José Arnaudo escribió: "En el siglo XX se observa la progresiva y generalmente pacifica liberación de los grandes imperios coloniales. Entre las colonias británicas, francesas, italianas, holandesas, belgas y norteamericanas que han obtenido su total independencia en las últimas décadas, pueden citarse: Argelia, Birmania, Camboya, Camerúm, Ceilán, Chad, República del Congo, Chipre, Dahomey, Eritrea, Gabón, Ghana, Guinea, India, Indonesia, Israel, Costa de Marfil, Jordania, Laos, Líbano, Libia, República Malgache, Malasia, Mauritania, Marruecos, Nepal, Níger, Nigeria, Pakistán, Filipinas, República de Mali, Senegal, Somalia, Viet-Nam del Sur, Sudán, Siria, Togo, Túnez y Alto Volta" (De "La lucha ideológica"-EUDEBA-Buenos Aires 1981).
Ernesto Guevara participa, junto a Fidel Castro, en un movimiento guerrillero que derroca al dictador cubano Fulgencio Batista. Una vez logrado el poder, traicionan la revolución y encarcelan a varios de sus antiguos camaradas imponiendo un régimen comunista, objetivo oculto a la mayoría de los combatientes. Mientras que los países europeos liberan colonias, el Imperio soviético estaba en plena expansión. Arnaudo continúa: "No está demás señalar que en el mismo periodo entraron a formar parte de la URSS, en forma bastante poco espontánea: Armenia, Azerbaiján, Besarabia, Estonia, Georgia, Islas Buriles, Karelia, Letonia, Lituania, Polonia Oriental, Prusia Oriental, Rutenia Subcarpática, Sakhalin, Tannu Tuva y Ucrania. Últimamente las tropas soviéticas invadieron Afganistán. A esta serie hay que agregar aquellos países que bajo la apariencia de naciones independientes están sujetos al régimen colonial soviético: Alemania Oriental, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania y Viet-Nam. O aquellas que están sometidas al régimen chino: Camboya, Corea del Norte, Mongolia Exterior y Tibet. En África la acción revolucionaria marxista ha implantado gobiernos decididamente prosoviéticos en Angola y Etiopia. En América la serie se inicia con Cuba y la actividad revolucionaria en varios países es intensa".
Mientras que Gandhi trataba de liberar a su país del dominio de un imperio en decadencia, Guevara trataba de que varios países de América (incluso combatió en Angola) pasaran a formar parte de un imperio en expansión. Mientras que Gandhi utilizaba medios como el ayuno y la oración para pacificar las luchas internas de los hindúes, Guevara realiza unos 216 asesinatos con su propia arma, además de ordenar unos 1.500 fusilamientos, mientras que nunca provoca una víctima en algún enfrentamiento armado.
Ernesto Guevara dijo ante el Congreso Tricontinental del 16 de Abril de 1967: "Es preciso, por encima de todo, mantener vivo nuestro odio y alimentarlo hasta el paroxismo. El odio como elemento de lucha, un odio implacable al enemigo que nos impulsa más allá de las limitaciones naturales propias del hombre y lo transforma en una máquina de matar efectiva, seductora y fría. Un pueblo sin odio no puede triunfar" (Citado en "Comediantes y mártires" de J.J. Sebreli-Random House Mondadori-Barcelona 2008).
El odio se manifiesta en dos actitudes que coexisten en una misma persona: la burla y la envidia. Mediante la burla el individuo manifiesta agrado por el mal de otros mientras que, con la envidia, muestra malestar por la felicidad ajena. De ahí que el motivo principal de la lucha por la igualdad, promovida por el marxismo, es la liberación del individuo de la envidia que siente por todo aquel que tenga mejor nivel económico. La igualdad económica y social puede lograrse, según esa ideología, ya sea elevando el nivel de los que menos tienen como reduciendo el nivel de los que más tienen.
La guerrilla marxista de los setenta, que promueve la violencia en gran parte del continente americano, es aceptada por muchos. Otros son indiferentes a la posible implantación de gobiernos totalitarios y colonialistas. Incluso consideran ilegítimos los rechazos militares surgidos de las naciones que se oponen a formar parte del Imperio Soviético.
En cuanto a la vida cotidiana del ciudadano corriente, en épocas del Imperio Soviético, que permite darnos una idea acerca de la efectividad del "modelo de sociedad" que se quiso imponer a todo el mundo, podemos mencionar el relato del neurocientífico Elkhonon Goldberg: "Mi padre fue sentenciado a diez años en el Gulag en la Siberia occidental. Fue sentenciado como parte de lo que yo llamaba «sociocidio», una exterminación sistemática de grupos sociales completos: la intelectualidad, los educados en el extranjero, la antigua clase acaudalada. Ser miembro de uno de estos grupos te condenaba a la persecución. Mi padre fue enviado a un campo de trabajo, y en el recibidor de nuestro apartamento mi madre guardaba dos pequeñas maletas preparadas, una para ella otra para mí. Existían campos de trabajos separados para las «mujeres de los enemigos del pueblo», y existían orfanatos para los «hijos de los enemigos del pueblo». Había maletas preparadas en muchos apartamentos por todo el país. Los agentes de paisano acostumbraban a llegar en automóviles negros sin matrícula (voronki, término ruso para «pequeños cuervos»); se presentaban de improviso en mitad de la noche, llamaban al timbre y daban a sus víctimas quince minutos para prepararse, antes de llevárselos para cinco, diez, veinte años, o para siempre. Había que estar preparado" (De "El cerebro ejecutivo"-Editorial Crítica SL-Barcelona 2002).
Si se considera que el amor al prójimo favorece la cooperación y la formación de un efectivo orden social, el odio es una forma disolvente que promueve la destrucción de la sociedad fraccionándola en grupos antagónicos, como la burguesía (empresariado) y el proletariado (empleados). Incluso se promueve la "dictadura del proletariado" que no es otra cosa que la materialización del dominio futuro de quienes reciben día a día, año a año, la influencia de las prédicas marxistas.
Ing. Pompilio Zigrino
Docente de la Facultad de Ingeniería
Universidad de Mendoza
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