El político para poder cambiar y transformar para el bien común necesita poder.
Pero, ¿qué es el poder?
En realidad tener poder es disponer de herramientas y tener la capacidad real para tomar decisiones de forma que estas modifiquen lo que está establecido y deseamos cambiar.
Cuando una persona ocupa un puesto de responsabilidad necesita tener “poder” para tomar decisiones y cambiar cosas.
En algunas ocasiones se confunde “un importante puesto de un organigrama con poder”.
¿Por qué?
Una persona puede ocupar un lugar relevante en una organización (empresa, partido político o gobierno) y sin embargo tener poco “poder” para cambiar las cosas, porque está sujeto a otra persona que tiene “autoridad” (en definitiva más poder) sobre él.
Seguro que todos conocemos casos de personas que ocupan un lugar relevante y sin embargo no pueden actuar si no se les permite desde otro “ámbito”.
¿Es lo mismo “responsabilidad” que “poder”?
Son dos conceptos distintos. Una persona puede asumir responsabilidades, pero para llevarlas a cabo debe tener otorgadas competencias y ser libre para poder para llevar a cabo la misión que se le ha propuesto.
¿Cómo ejercen el poder los políticos?
Depende del grado de poder real que les ha otorgado la organización o jefe.
Es fundamental distinguir “autoridad” y “poder”.
En general el “poder” real lo da la “fuerza interna” del individuo si tiene libertad de acción.
Existen casos en que una persona tiene toda la “libertad de acción” y sin embargo no toma decisiones que cambien los intereses comunes. En este caso hay algún “miedo interior limitante”.
El verdadero poder de una persona y de un político lo da el ser una persona completa y por lo tanto un verdadero “líder”. Una persona segura de sí misma, con equilibrio, conocedora de sus recursos y valores y sin miedos interiores que le limitan, tiene y desprende fuerza interior. Es esta fuerza interior la que otorga realmente “poder” a las personas para cambiar las cosas para el bien común y hacerlo de forma que los demás crean en él.
El “autoritarismo” no es “poder”. Es la utilización del “poder” que otorga un puesto en beneficio propio y en detrimento de otros.
Hay muchas formas de “autoritarismo”:
1. Ocupar un puesto relevante, creando miedo a los demás.
2. Gritar o comunicarse desde la agresividad
3. Imponiendo criterios
4. Evitando el diálogo
5. Tomando decisiones sin tener en cuenta a los demás
6. ….
Todas ellas, son una forma de expresión de “miedos limitantes interiores”.
El político debe utilizar el poder que le otorga el puesto, desde la solidez que le dan los votos.. Asumir el “poder” por criterios propios o no democráticos es un signo de debilidad.
El poder lo otorga realmente la confianza de los ciudadanos y es el político quien debe estar preparado internamente para disponer del poder para dar respuesta a los intereses generales y evitando priorizar los suyos propios.
El prestigioso coach, Brian Bacon, distingue muy bien entre “fuerza” y “poder”. El verdadero “poder” lo otorga la verdadera fuerza interna del líder: esta es una fuerza resultado de la sinceridad, el coraje y la autenticidad.
Desde el poder que otorga la fuerza interna a un líder se puede asumir el poder. En caso contrario, se trata de “utilización del poder” para intereses propios.
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